Fiveteen

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Stephen agarró a Levi y sin pensarlo dos veces, lo arrastró por entre el portal, hasta llegar al antiguo hospital donde trabajaba.

Era tan extraño darse cuenta que ese niño era su reliquia. Durante todos aquellos años de estudio, jamás había oído de un caso como ese. ¿Qué tipo de poderes poseía Kaecilius ahora? Pero incluso con esas grandes dudas en si cabeza, el solo hecho de sentir el cuerpo frágil y sin vida de Levi en sus brazos le hacía sentir algo insoportable en su pecho. Contrariamente a lo que se creía de él dentro de su círculo de amigos, los sentimientos siempre estuvieron a flor de piel. Si tenía que llorar, lloraba. Si tenía que gritar de ira, lo hacía. El dolor de perder a alguien (o algo) querido era, sin dudas, el peor de los sentimientos que una persona podía experimentar, y él ya había pasado por eso casi toda su vida.

No se dio cuenta cuando las delicadas manos de Palmer lo intentaban separar del cuerpo. Estaba reviviendo cada minuto de su pasado, cada segundo.

—Stephen...—la voz de Tony se oía lejana. Unos cuantos zarandeos pudieron a duras penas regresarlo a la realidad.—...Doc.—y se conectó con sus ojos de color miel.—¿Me estás escuchando? Te necesitan en la sala de cirugía. Ancestral está muy mal... ¿Doc?

—Si, si...—asintió Strange. Su mente daba vueltas y su cuerpo se movía involuntariamente. Sus manos temblaban y dolían más de lo acostumbrado.—Iré inmediatamente.

En cuanto entraba a la sala, vio como sus amigos lo miraban con una expresión evidentemente preocupada. Todo estaba saliendo mal, demasiado mal.

—Un gusto volver a verlo, Stephen.—saludó Nick mientras preparaba los utensilios de cirugía, recibiendo una respuesta un poco aislada de parte del doctor, quien no podía quitar los ojos de la débil Ancestral que luchaba contra la muerte.

El ritmo cardíaco se hacía más y más débil. Stephen tenía puesto los guantes. Los enfermeros se daban órdenes entre si. Movimiento. Ruido. Nada de música.

Era una pesadilla.

Entonces, cuando la máquina dio el aviso menos esperado, comprendió que Ancestral lo estaba llamando en el otro lado.

Y sin pensarlo, entró al plano Astral. Su alma salió de su cuerpo y fue en busca de su maestra. No fue difícil encontrarla. Estaba contemplando la noche de tormenta, pensativa, expentante.

—¿Qué haces?—preguntó Stephen confundido.—Estás luchando por tu vida. Los enfermeros estan dando todo lo que pueden para salvarte...

Ancestral sonrió melancólicamente. Su conversación fue reveladora en todos los sentidos. Verla allí tan expuesta, tan humana...

—Le temo a la muerte, Stephen.—dijo ella tomándole la mano.—Siempre lo hemos echo ¿no?

El hechicero asintió pesadamente. Se sentía tan inseguro y vulnerable. ¿Acaso siempre tenía que perder lo que más quería?

—Sobre lo de tu reliquia...—mencionó ella en un hilillo de voz.—...Fue muy leal.

—¿No hay modo de..?

—¿Repararlo?—Ancestral se concentró en uno de los relámpagos.—Si. Si se puede. Pero eso implica un poder que va más allá de tus capacidades, incluso de las mías. Debes ser un Hechicero Supremo y controlar el máximo de poder que un ser como nosotros puede poseer.

Eso fue un golpe bajo para Strange.—Ya veo...—susurró. Apretó la mano de su maestra, buscando de alguna manera algún consuelo.

Ancestral lo observó.—Desearía poder responder todas tus dudas, Stephen. Pero esa es tu misión. Los Vishanti te han elegido y tienen para ti un plan. Solo tú puedes descubrirlo...—la mujer se colocó frente a frente a su discípulo, tomándole la otra mano.—Antes de irme, necesito que me hagas una promesa.

IRONSTRANGE: Pieces of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora