Capítulo 12. Final.

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Les resumiré todo — porque... Digamos que mi reacción no fue la mejor —.

Estuve en un coma durante unos cuantos meses, Sayori es mi compañera de cuarto, se llama así, por eso su voz se me hacía tan conocida, y la relacionaba directamente con ella.

¿Lo demás? Nada fue real. Nunca. Todo, desde el suicidio de Natsuki al alejamiento de Yuri y sus mezquindades, fue todo una jodida mentira. Nunca sucedió.

Todo es una mierda. ¿Mi madre?, Murió dos días antes de que se me declarará en coma, mi tía, Alice, no firmó los papeles correspondientes para que me descontaran de la máquina que me mantenía con vida.

¿Cómo?. Parece que iba de camino a ver a mi madre en el hospital, en un autobús, un camión le chocó, dicen que tuve suerte, que soy un milagro andante...

¿De qué milagro me hablan?, Desperté sin mi madre, con tres desconocidas dándome apoyo, descubriendo qué todo era una mentira.

¿Cómo hago ahora?, ¿Eh?, ¿Qué hago?.

Ya no tengo a mi madre, no tengo a mi padre, no sé quiénes son las personas con las que desperté, no puedo entender qué sucede, todo... Es como un borrón, pasa tan rápido, hay partes lo suficientemente claras, pude leerlas, Pero, ¿qué hago con ellas?; No quiero comprenderlas. No quiero entender... No quiero saber de ellas...

Quiero que desaparezcan, quiero borrar por completo sus significados, borrar la palabra que les sigue, que les da un nuevo significado. Quiero borrar los sentimientos que me producen, y a la vez no paro de sentirme culpable.

¿A qué se debe éste sentimiento de culpa?.

***

El viento helado me está haciendo arder el rostro, pero es algo bastante... Relajante de cierta forma, la vista desde aquí no es mala, tampoco muy buena, si ignoras el sonido de la cuidad casi dormida y a la gente que sorprendentemente aún recorre las calles. Bueno, no es de madrugada de todas formas. Y es un lugar bonito. No dudo que a más personas les gustase la idea de dar un paseo por las calles de la cuidad dormida.

Las ciudades son bonitas, solo que la belleza les queda algo oculta por los sonidos tan estridentes del tráfico, las construcciones y demás. Cuando está así... Callada... Con el cielo estrellado y la ventisca brusca, pero no hasta un punto de que te moleste demasiado.

En noches así, estaría con mi madre, acostada en el pasto y ella sentada en él, viendo las estrellas, escuchándola quejarse de cómo es que puedo acostarme en el pasto sin más, que hay bichos. Hormigas, arañas y demás. Luego dándome un beso y despidiéndose de mi cuando era tarde...

La extraño.

— Hey — me llama alguien a mis espaldas, no me giro ni le echo una mirada. En este momento me siento... Cansada... No quiero hablar con nadie — creí que... — susurró e hizo una pausa, insegura, sopesando sus palabras —... necesitarías compañía.

No la rechazaré, de cierta forma, que ella esté ahí, que pueda oírla me calma un poco, así como con la Sayori que yo recuerdo, con la imagen que armé de ella en mi cabeza... Los recuerdos vuelven de a poco, no puedo detallar sus facciones a la perfección, como que su imagen y la que yo creé — ya que no podía verla, y como la oía, imaginé su rostro, supongo que eso hizo, de alguna forma, mi estancia más llevadera —  son como fragmentos de conversaciones que nunca llego a recordar del todo...

— ¿Moní? — sonrío para mis adentros. Ese maldito apodo.

— Quédate... — susurro para que sepa que no estoy del todo ausente, para que sepa que la oigo, que la veo —... Háblame de algo... — pedí.

La expresión que surcó su rostro fue bastante divertida, como entre la diversión, confusión y otras cosas qué, aún no reconozco a la perfección. De cierta forma... Puedo saber que  mis palabras la llenaron de el más puro desconcierto.

— Eh... Pues... — balbuceó y luego detalló algo fuera de la ventana, sus ojos se iluminaron y una sonrisa algo grande se le formó en los labios. De esas que te quedan cuando una idea loca, pero sumamente divertida pasó por tu cabeza.

— Adelante, suelta la sopa. — le dije en tono de broma. Ella me detalló con sus ojos azules, algo vacíos, pero con ese destello que la luz de fuera les daba. Sus ojos eran mayormente brillantes por los reflejos de la luz... Incluso desde algún punto parecía sumamente feliz... Y luego cuando estabas cerca...

— ¿Qué te parecería... Salir de aquí?

— Una malísima idea, — opiné con una pequeña sonrisa en los labios — pero ya, ¿Adónde iríamos?

— A la rambla cerca de aquí.

— ¿Debemos caminar mucho?

Nah, son unas... — calculó moviendo sus labios y mirando a algún punto de la calle — ¿Doce cuadras? — medio afirmó.

— Ah, nadita de nada. — murmuré con sarcasmo. En otras circunstancias, caminaría eso sin siquiera quejarme, pero desde que desperté, caminar de mi cama al baño supone un esfuerzo, como si mis músculos aún se encontrasen dormidos.

— Los más difícil será distraer a José, el guardia de turno... — murmuró pensativa. Y se pasó el dedo índice por los labios, apretó su labio inferior un poco y luego pasó su pulgar por éste varias veces.

— ¿Es bonita? — pregunto respecto al lugar.

— Sí.

—Vamos entonces.

¡Vamos, come on!, ¡Vamos todos allá!.

***

— ¡Sólo faltan dos cuadras, ánimo! — dijo rebasando me con una sonrisa en los labios, era como si pasear por las noches la llenase de ánimos y algo de calma.

Eso sucedía conmigo, pero estaba tan adolorida por caminar que no podía prestar la debida atención al panorama. Las calles estaban silenciosas, oscuras... Y esa estúpida sensación de que algo se escondía en ellas no me dejaba tranquila.

— ¡Díselo a mis pies! — farfullé e hice un ademán sosteniendo mi muslo. De verdad dolía.

¿Cómo ha estado ese entrenamiento?

Como siempre. La profesora no nos tiene piedad.

No, aleja eso, lejos... 

— Moní, aquí hay un banco, siéntate.

— No, puedo seguir.

— ¡Siéntate! — murmuró con algo de fastidio. Apuntando el banco con su dedo índice y mirándome con sus ojos azules entornados.

Dios, los cambios de humor en ella me dejarían estéril. Terminaría arrancándome los ovarios con las manos.

Exit music. {Natsukixprotagonista}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora