Capítulo 09. El dueño del teléfono.

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A pesar del temblor de mis manos — y cómo si la razón me fallara — arrastro el icono verde y llevo el aparato a mi oreja, la pantalla no la toca está a algunos centímetros. Una retahíla de maldiciones pasan a toda velocidad por mi cabeza.

— ¿Hola? — la voz de un hombre al que no llego a reconocer me recibe, un alivio me recorre a toda velocidad las partes más tensas de mi cuerpo y cuando el peso — que desconocía — sobre se disipa aferro las manos al aparato.

— ¿Quién es? — susurro con voz apagada y mecánica.

— Eh... — el hombre se quedó unos segundos en silencio — Encontré el teléfono en el suelo, llamé para ubicar al dueño y... — mencionó antes de tomar una bocanada de aire —... Y usted contestó. — asiento levemente solo porque sino me muevo me estaré a desesperar.

— ¿Dónde se encuentra? — pregunto. Ya no quiero rodeos. Ya no quiero recordar el jodido número y todo lo que causó. En mi y Sayori.

— Aquí en la plaza entre la comisaría y la secundaria. — responde, rápidamente ubico el lugar. Trago duro y me preparo para lo que diré.

— Iré a buscar el teléfono. — la persona al otro lado carraspeó y yo solo mantuve la vista fija en el suelo mientras jugueteaba con mis dedos sobre la mesada.

— Bien. ¿Cuándo?

— Ahora mismo. — respondo. Y luego agrego al darme cuenta de lo borde que soné —. Ya le causamos muchos problemas, muchísimas gracias por encontrar el celular de mi amigo. — la persona al otro lado no responde.

— ¿Él no podría...?

— No. — respondo al adivinar lo que preguntará.

— Bien... entonces la esperaré. — el susurro es lo último que me llega desde el otro lado de la línea.

Sayori me mira interrogante, pero sé que ya se ha echo una idea de lo que sucedió y solo quiere que lo confirme.

— Encontraron el celular de _________. —  los ojos le chispeantes de curiosidad me hacen saber lo que preguntará me adelanto a las explicaciones y digo —: Iré a buscarlo. ¿Quieres ir? — baja la cabeza, se debate mentalmente y yo espero. Quiero que me acompañe, quiero de verdad que venga conmigo porque no sé si podré sola. En ese celular estará la información que necesitamos para que nos quedé claro qué sucedió con exactitud.

— Ve tú. — susurra. Apreto los labios y luego sonrió para pronuncia con la voz algo ronca:

— No cocines sin mi.

~•~

Después del momento más incómodo de mi vida. El señor — que le cálculo unos cuarenta y tantos — me ha dado el celular. No hizo miles de preguntas. Para mi suerte. El cielo se vuelve oscuridad muy deprisa, y a pesar de que adoro el panorama del cielo estrellado tengo los nervios tan a flor de piel que no me detengo a ver con más atención el cielo que me rodea.

Las calles se me pasan rápidas, entre pensamientos y tropiezos. Cuando a pocas calles de llegar alguien se cruza en mi camino. El hombre es notoriamente más alto que yo, está vestido con prendas oscuras — no alcanzo a ver con exactitud las prendas porque ésta calle en específico tiene una farola quemada — por un momento la idea de que me preguntará la hora se cruza por mi cabeza para tratar de calmar mis nervios, pero todo lo que se supone había tratado de meter en mi cabeza se esfuma cuando saca dentro de la campera que lleva puesta una pistola.

Todo en mi estalla, los nervios que trataba de controlar explotan, el estómago se me ha puesto de cabeza y el cuerpo se me tensó a un punto doloroso, escucho el pulso detrás de mis orejas y siento como la sangre corre a toda velocidad por mis venas. Siento el frío que antes solo se me había amenazado como un vago pensamiento.

— El dinero. — pronuncia y yo me quedo en mi lugar, quieta, porque no sé cómo carajos reaccionar. Todo se ha vuelto el escenario catastrófico que me imaginé y cierro mis manos en puños, con tanta fuerza que puedo sentir como mis uñas lastiman la carne de mis palmas —. ¡El dinero! — sacude el artefacto en mis narices y yo me apresuro a buscar en mis bolsillos, ¿Cuál es el problema?; No tengo nada.

— No tengo nada. — expreso en un susurro, la voz me tembló e incluso falló. Di la vuelta a los bolsillos del saco que traía conmigo, de el cayeron un par de papeles.

— Tu celular. — saqué el aparato de mi bolsillo y se lo entregue, tan rápido como pude, creí que no notaría el otro artefacto en el bolsillo trasero del jean, hasta que éste sonó. Mi pulso se tropezó y volvió a levantarse para correr a toda marcha. Sacudió el arma de nuevo y ésta vez apoyó el cañón en mi frente. —. ¡Todo! — clamó.

— Por favor... Lo necesito... — la voz me salía temblorosa, vacilante; y sin que yo siquiera pudiese esperarlo estalló.

— ¡Cállate, perra! — y sin más jaló el gatillo.

Aún estoy trabajando en el otro capítulo, espero de verdad no dejarlos mucho en espera, lamento la demora, espero y les haya gustado. Bue, me la pasé en casa de mis primas y no me dejan llevar el cel, entonces pues, no pude escribir el cap con la dedicación que me gustaría. En fin. Aquí en Uruguay es de noche, so... ¡Buenas noches! (?.

¡Les mando un abrazo y un beso desde el sofá improvisado (una almohada en el suelo :v)!

¡Bay Bay!

Exit music. {Natsukixprotagonista}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora