Perdida《DL》[Completa✔]

10. Confianza [Perdida]

Laito ríe y oculto mi rostro entre mis manos de tan solo pensar en que cara puse al oír eso.

—¡Tuviste que ver tu cara Yui!. —Suelta entre risas y las ganas de golpearlo crecen en mi pero sé que terminará mal.

Miro a Laito mientras echo mi cabello hacia atrás, el reía de una manera tan simple y libre, sin ataduras.

Pero aún así, desconfiaba.

Me preguntaba si algún día la cicatriz entre los Sakamaki y yo podría algún cerrar y no abrirse nunca más.

***

—¿Y?. —Choco con el cuerpo de Ayato al entrar a mi habitación y frunzo el ceño mirándolo. — ¿Cómo te fue?.

Cruzo los brazos y lo miro. El sonreía, no era algo... Normal. Parecía una sonrisa verdadera a decir verdad pero sentía que esa sonrisa no tocaba sus ojos. Raro, muy raro.

—¿Y tu porque quieres saber eso?. —Inquiero frente a él.

Su sonrisa se borra y suelta un suspiro mientras rasca su sien.

—Yui, Yui, Yui... —Repite cansado. — ¿Volvemos a la etapa de la confianza? Dime ¿Qué tengo que hacer para que confíes en mi.

Nada. No tienes que hacer nada ni quiero que lo haga. Confiar no es sólo una acción o palabra, no hay que pedirla, hay que ganarla.

—No quiero que hagas nada. —Mascullo huyendo de su mirada. — Así como hago daño me dañaron. Tu mismo sabes sobre hacer daño ¿No?. —Su mandíbula se aprieta. — Creo que he hecho mal al mostrarme débil ante ti, ante todos. —Las palabras salen ácidas de mi boca. — Las personas no cambian de la noche a la mañana, no puedes hacer algo a cambio de mi confianza; me estaría engañando a mi misma. —Termino.

Luce molesto y fatigado, quizá cansado. Tengo muchos recuerdos de el en esta faceta y no son nada buenos.

El camina hacia la puerta y esta a punto de irse cuando siento que toma mi mano.

Sus manos están mas frías de lo normal, siempre tuve pesadillas cuando escape de la mansión Sakamaki con eso. Sus manos frías acariciando sin piedad mi cuerpo sin darme cuenta que unas manos cálidas harían más que eso.

El solo recordar eso hace que se me erice la piel al instante. Ayato me observa mientras trago saliva.

—Sólo quiero ayudarte. —Suelta mi mano y sale por la puerta con tranquilidad.

Cierro los ojos apretandolos con fuerza, quisiera, en verdad quisiera salir de aquí.

Irme a vivir debajo de un puente y no volver más, no suena tan mala la idea.