Capítulo trece: Nuestro momento

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Drake.

2 de mayo, 2016.

De acuerdo, así que estoy un poco celoso.

Puede que sea algo más que un poco.

Así que le hago saber a mamá que visitaré al señor Hans para pedirle un libro prestado.

Así que el señor Hans no está en casa.

Así que solo es una vil y sucia excusa.

Porque caemos al principio de mi divagación: estoy celoso.

Esa es la razón por la que alzo la mano en puño y golpeo con más fuerza de la necesaria, la puerta de la casa de la familia Hans. El que pasen un par de minutos para que la puerta sea abierta por una despeinada Alaska, que tiene tres botones de su camisa desechos, hace cosas bastante negativas en mi sistema.

Su respiración es un desastre, sus mejillas están sonrojadas y hay ese brillo de culpa en sus ojos. Miro más allá de su hombro para ver al tipo de su escuela, lo deduzco por el uniforme, abrochándose los botones de su camisa.

No es infidelidad.

No estamos tomando o viviendo nuestro momento.

Somos libres.

Y aun así experimento las horribles sensaciones que ella ha tenido antes por mi culpa. Soy capaz de entender ahora cómo se sintió y no me gusta. Desprecio la sensación de amargura, acidez y descontento ante esta situación.

Es irracional y desenfrenado. Cavernícola y primitivo. Me siento absolutamente como un hipócrita, porque a mí me gusta ella, la quiero, la deseo, la anhelo y aun así he hecho de las mías en el pasado no tan lejano.

Lo que la deja con el mismo derecho de hacer lo mismo.

Solo que el órgano en mi pecho, en realidad mi cerebro que propulsa todas estas emociones, se niega a aceptar el mensaje de que estamos siendo muy irracionales y Alaska Hans nos pateará el culo.

—¿Qué haces aquí?

—Veré más tarde a nuestros hermanos y Jocker quiere que le lleve un libro del paraíso Hans —Improviso. Se mueve de un pie a otro, muy nerviosa.

—Dime cuál.

—No recuerdo el nombre, pero lo reconoceré al verlo.

—¿Tienes la foto? Yo lo busco.

—Mi memoria —me limito a decir y sé que está pensando qué hacer, razón por la que me adelanto.

La hago a un lado con un leve empujón inofensivo y paso por su lado. Cierro la puerta detrás de mí y observo al escuálido adolescente que claramente tenía un buen momento con Alaska. Quiero estrangularlo y quiero desaparecer este lado irracional de mí.

De acuerdo, el adolescente no es escuálido, es bastante decente y es tan pelirrojo que deberíamos pedir un deseo porque parece algo místico. Incluso me da una sonrisa que parece un tanto avergonzada, porque al parecer no tiene intenciones de ser un idiota conmigo, lo cual me frustra.

¡Vamos! Dame motivos para odiarte. Fue fácil con Caleb, no me lo pongas difícil, pequeño amigo pelirrojo.

Lo observo en absoluto silencio esperando intimidarlo, él rasca la parte baja de su nuca. Su rostro lleno de pecas parece me hace saber que se encuentra incómodo. Alaska aclara su garganta.

—Él es Norman, Norman él es Drake.

—¿Tu madre leyó aquel libro y pensó que sería divertido nombrarte? —cuestiono.

+18  (Libro 1 Saga Inspírame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora