Capítulo veintitrés: hablemos del clima

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Alaska.

18 de agosto, 2016.

—¿Aún no lo haces con Drake? —cuestiona Romina mi relato sobre cómo Drake y yo estamos compartiendo lectura, solo que no digo que libro es.

Alice, quien se encuentra con nosotras, sabe perfectamente puesto que la recuerdo quitándomelo frente a mamá, ella ríe y ve hacia su celular. Frunzo el ceño hacia Romina.

—Estaba en un relato bastante romántico.

—Seguro era un relato sucio que has hecho apto para todo público. Ya sabemos que tu novio es un príncipe sexi, pero yo quiero saber si es un príncipe ardiente en las sabanas o contra la pared, donde sea que lo hagan. Vamos, dime.

—No hemos tenido relaciones —digo y ella hace un puchero—. No se ha dado el momento...

Porque ha estado enseñándome otras cosas que me encantan, sin embargo, sé que de la resistencia de Drake queda muy poco. No puedo evitar sonreír, me encanta todo de Drake. Amo incluso las cosas que en ocasiones me hacen molestar, por ejemplo, que sea olvidadizo para responder mis mensajes, eso me hace enojar, pero luego me hace sonreír cuando de algún modo se las arregla para enviarme algo que ocasiona esa reacción en mí. Es tan sencillo como admitir que, creo, que lo amo. Mucho.

—Bueno, eso no está mal, cuando pase, seguro te diviertes mucho —me asegura Romina.

—¿Te divertiste en tu primera vez?

—No, fue más incómodo, pero antes de eso obtuve diversión —me sonríe, luego ve a Alice—. ¿Qué hay de ti, Alice?

Mi hermana, con lentitud, retira la vista de su celular y nos observa, ladea la cabeza de un lado a otro, antes de suspirar.

—Fue más allá de lo incómodo, no me dio placer antes ni después —se encoge de hombros—, pero eso es porque en ese entonces no supe que salía con un idiota y yo haría cualquier cosa por él, luego fue bueno —ella me ve—. Drake no es ese tipo de idiota, de alguna manera él conseguirá que sea bueno para ti, solo no te apresures y deja que pase a su tiempo. No te digo que esperes mil años, solo que dejes que suceda a su tiempo.

»Mi problema fue que traté mi virginidad como un estorbo que quitar, como algo con lo que demostrar a un chico cuanto lo quería. No di el paso por sentirme lista o estar loca de lujuria, lo hice porque quería convencerlo de que lo quería.

No puedo evitar hacer una mueca triste ante las palabras de Alice. Siempre supe que Collin era un idiota, desde la primera vez que la vi hablando con él, ella pensó que yo solo estaba celosa o la extrañaba porque incluso Alice comenzó a alejarse. Tuvo que estrellarse de la peor forma para entender que estaba en una relación tóxica basada en querer ser lo que él quería y siempre tratarse de ella demostrarle de mil formas estúpidas cuánto lo quería. Todavía celebro que Jack, nuestro hermano mayor, lo haya golpeado. Ese día lancé porras a mi hermano cuando estrello más de dos veces sus puños contra Collin.

Me duele que después de él, Alice es un tanto cínica sobre el romance, todo lo ve cuadrado y oscuro. No es que antes fuera un ángel y algodón de azúcar, todos sabemos que a veces, muchas, podía resultar insoportable para muchas personas porque no era una adolescente fácil, pero al igual que yo, soñaba con el romance, ella creía que entre lo malo habitaba lo bueno, pero eso era antes, cuando veía el mundo en diversas tonalidades, ahora solo se trata de que sea negro o blanco, no más colores.

—Eso es muy triste —Romina rompe el silencio, le da una pequeña sonrisa—, pero ya verás cómo encuentras a un hombre rompedor de colchones que te dé pasión y amor.

+18  (Libro 1 Saga Inspírame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora