¿Capullo?

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"¿Estas completamente segura?" Pregunte por enésima vez a mi rubia amiga la cual me había checado para ver que me sucedía.

Asintió en respuesta con sus ojos cerrados, que, una vez abiertos fueron acompaño una adorable sonrisa. "No hay duda, aunque para que estés más segura puedo hacer un seguimiento ¿Qué dices?" Realmente no podía negarme ante ello.

Erina debió marcharse antes de que la tormenta de nieve le imposibilite el volver a casa. Desde la ventana me encontraba observando los pequeños copos que caían con lentitud y tranquilidad, pensativa ante la situación en la cual estaba metida.

Toque con cuidado mi vientre, comiéndome la cabeza con un sin fin de preguntas, una por una surgían y se perdían en el mar de mi mente, dando vueltas y vueltas alrededor de la pequeña isla en la cual me encontraba reflexionado. ¿Cómo se lo tomara Dio? ¿Estará de acuerdo? ¿Se molestara? ¿Se alegrara? Estaba consiente que la personalidad de mi esposo no era normal, así que se podría esperar cualquier razón. ¿Y si no quiere ser padre aun?

Ante aquella idea no pude evitar envolver mis brazos alrededor de mi vientre, cubriéndolo de cualquier peligro, aunque inexistente, tenía aquella necesidad de cuidarle.

Unos delgados y fríos brazos me rodearon por detrás, sosteniéndome del cuello en un tierno abrazo. Sonreí con tranquilidad al sentir la cabeza de Dana en mi hombro, esbozando una enorme sonrisa mientras unas lágrimas se escapaban de sus azules ojos. "Tengo que admitir. . . .Estoy un poco celosa, mi señorita." Y al terminar de decir aquella palabras se separó un poco de mi para mirar la nieve a mi lado. "El amo Dio es alguien con mucha suerte." No pude evitar retener una pequeña risilla la cual le llamo la atención.

"¿Celosa?"

"Por supuesto." Contesto sin ningún miedo.

Pase uno de mis brazos por sus hombros, me alegraba que fuera más bajita que yo, aunque sea por solo un poco y bese con cariño una de mis mejillas. "Si es niña, tu escoges el nombre ¿Te parece?" Sus ojos se iluminaron y me abrazo de regreso con ternura mientras restregaba su mejilla contra la mía. "Solo espero que a él no le moleste."

"Odio admitirlo pero. . . ." Dijo al acercarse al fuego para echarle otro leño. "Ese demonio que llego a la mansión hace tanto tiempo. . . . . .Creo que no es tan malo si se enamoró de usted." Al no poder escuchar lo que susurraba me vi obligada a acercarme a ella, la cual me miro con una enorme sonrisa. "Preparare su pastel favorito." Dijo al levantarse y sin esperar a mi reacción, salió corriendo.

Solté un sonoro suspiro que hasta el sonido del reloj logro tapar por un breve momento. Camine hacia la puerta decidida a cerrarla. "A Dana le duele, soy una pésima amiga." Dije mirando aquella cicatriz en mi pierna, hace un año.

Algo gracioso que recordé, es que Dio se la pasa mirando mi cuerpo, de arriba abajo. La otra vez encontró en mi rodilla una pequeña y casi invisible cicatriz que me hice al pelear una vez con Celestia, claro que eso no le hizo ni un poco de gracia pero ¿Qué podía hacer? Solo teníamos 6 años.

Camine en nuestro cuarto, perdida, mirando lo grande que eran las paredes pero lo pequeño que parecia con todos los muebles. Camine hacia el escritorio de Dio para mirarlo un poco; era ordenado, hasta los papeles arrugados parecían prolijos en una pequeña esquina.

Algo llamo mi atención. Debajo de este mueble había una pequeña maleta polvorienta, la cual tome entre mis manos y con cuidado la abrí, escuchando un horrible chirrido por culpa del óxido de las bisagras de metal. Al mirar dentro descubrir un viejo vestido, no podía distinguir el color pero se notaba que era claro y de buena calidad a pesar de los hoyos hechos por polillas en este.

Eres lo que más odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora