25. NO TE VAYAS

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Después de casi dos semanas conviviendo sin ser novios pero si siendo padres, ambos estamos un poco confusos, por lo tanto, aprovechando que he dejado de darle el pecho a Selene, decidimos dejar a las niñas con Alba y salir los dos solos a comer para ponernos al día.

Vamos en el coche que alquilamos hace unos días camino a un restaurante que queda a una media hora de casa.

—En dos días tengo que ir a Miami— le digo mientras él conduce— Emma empieza mañana en la guardería, ¿podrás encargarte tú de traerla y llevarla?

—¿Y Alba?

—Óscar, la niña empezará con un periodo de adaptación de dos horas al día y Alba tiene clase, te lo dije ayer— me doy cuenta de que se pasa el día ignorando lo que pasa en casa.

—Oh, bueno, en principio sí puedo— gira a la derecha y se detiene en un semáforo— ¿Y Selene?

—Obviamente me lo voy a llevar conmigo— le miro con asombro— ¿Qué te pasa? Estos días no te enteras de nada.

—¿Podemos vernos con otras personas?— su pregunta me toma totalmente por sorpresa.

—Bueno, no sé...— el semáforo cambia de color y él sigue nuestro camino hasta entrar en la autovía— ¿Te estás viendo con alguien?

Él desvía la mirada unos segundos hacia mí y sonríe divertido.

—No, tonta— su sonrisa pasa a carcajada cuando se da cuenta de que me puse algo celosa— solo era una duda, tú te vas a Miami donde hay cinco tíos sexys con los que trabajas y por los cuales también babeas, igual te apetece besuquearte con alguno.

—Eres tan inmaduro...— le miro entrecerrando los ojos— es trabajo.

—Pero admite que babeas por todos ellos— vuelve a despegar la vista de la carretera para mirarme.

—Vista al frente, Casas— empujo su cara— no quiero fingir mi muerte durante cuatro años.

A ambos se nos escapa una carcajada por la referencia que he hecho hacia mi madre.

—¿Ella va a venir?

—No quiero hablar de eso, estoy de buen humor— hago un gesto con la mano para que se calle.

—¿Estás de buen humor?— me mira otra vez y yo le doy un golpe en el brazo.

—Pedazo de mamut, como no dejes de mirarme vamos a tener un accidente— ambos nos reímos por mi insulto— y no quiero dejar a mis bebés sin padres, así que mira a la dichosa carretera.

—La culpa es tuya— le miro mientras abro la boca y pongo mi mejor cara falsa de indignada— vas demasiado sexy y me desconcentras.

—Mentira, es que tú eres un salido— le saco la lengua y decido seguirle el rollo con humor.

—Eres una gata salvaje— una gran carcajada sale de mi boca.

—Me parece asqueroso que me llames gata.

—Entonces te llamaré gatita— pongo una mueca de asco.

—Si me llamas gatita mientras hacemos el amor me voy de la habitación.

—¡Oh! ¿¡Vamos a hacer el amor después de casi un mes!?— le doy un golpe mientras le miro muy avergonzada— no me pegues, Caneda, estoy conduciendo.

—Pues... Pues...— me quedo callada cuando me doy cuenta de que no tengo nada que rebatirle.

—Así me gusta— sonríe con superioridad y el coche se queda en silencio unos segundos, hasta que él empieza a reírse— gatita...

Desde Que Estamos Juntos|O.C.S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora