17. UN ABUELO NUEVO

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28 de julio

—Buenos días, hermosa— la mano de Óscar en mi cintura y su boca en mi cuello me indican que acaba de llegar a casa.

—Necesito dormir.

Lo que digo es muy cierto, ya que Emma se ha pasado toda la noche llorando, literalmente.

—Venga, hace un día precioso...

—Amor, me quedé dormida a las siete de la mañana...— suspiro y me acomodo en la cama.

—¿Y eso?

—Emma estuvo llorando desde las doce hasta las siete, no sé que le pasó, pero no encontré la forma de consolarla...— suspiro y entierro mi cabeza en la almohada— necesito dormir, y esta bebé no hace más que patear— señalo mi barriga enfadada— no voy a tener más bebés.

—Eso dices ahora, pero cuando le veas la cara te enamorarás, y unos años después me dirás amor, quiero otro bebé— imita mi voz y yo le saco el dedo— duerme, cuando Emma se despierte, la llevaré a casa de mi madre, luego vendré y te cuidaré todo el día, tengo el mes de agosto libre— me da un beso en la nariz.

—Te quiero tanto— me muerdo el labio inferior y sonrío, ha conseguido que mi ánimo aumente.

Me mira durante unos minutos, hasta que mi móvil empieza a sonar.

—¿Quién es?— digo molesta.

—¿Señorita Marta?— reconozco la voz de la asistenta de mis abuelos, está muy alterada.

—Si, Ingrid, soy yo— llevaba sin escuchar su voz mucho tiempo— ¿Qué pasa?

—Sus abuelos están en el hospital, han tenido un accidente...

Una vez más, se repite la historia...

[...]

—¿Dónde están?— le pregunto a Ingrid cuando llego al hospital.

Tan pronto como recibí la llamada me levanté y avisé a mi hermano, dejamos a Emma con la madre de Óscar y los tres no vinimos.

—Están muy graves y no dejan que nadie pase, como no soy familiar, el doctor tampoco me dice que tienen exactamente— la pobre mujer está atacada de nervios, lleva trabajando para mis abuelos desde siempre.

Después de media hora esperando un doctor nos informa de que mi abuela ha fallecido, pero que mi abuelo se está recuperando.

Nunca me he llevado bien con mi abuela, pero esta noticia me duele aún así.

—¿Puedo pasar a ver a mi abuelo?— me pregunto al doctor.

—Si, pero solo quince minutos, señorita.

Me guía hasta la puerta, cuando entro veo a mi abuelo acostado en una camilla, tiene puesta una mascarilla de oxígeno y una vía.

—¿Abuelo?— cuando escucha mi voz, se gira hacia mi— ¿Qué pasó?

—¡Marta! ¡Mi niña!— me sonríe y enseguida mira mi vientre— ¡Vas a tener un bebé!

—Si, abuelo, una niña— me acerco a él y le sonrió— es la segunda.

—Pero hija, ¿por qué nunca me dijiste de la primera?— ahora se fija en mi anillo, ya que mi mano está sobre la suya— ¿Y te vas a casar?— me limito a sentir.

—Mira, esta es Emma— saco mi móvil y le enseño alguna foto.

—Mira, esta es Emma— saco mi móvil y le enseño alguna foto

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