4: Promesas

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[Dalia's POV]

Mientras mis "padres" iban al callejón, yo fui a jugar sola con mi amigo imaginario. De repente, se me acercó un hombre alto.

-Hey, niña, tengo caramelos. ¿Quieres?

-¡Sí! -fingí entusiasmo.

-Ven a mi camioneta. Toma. ¿Te gustan las muñecas? -preguntó mientras me daba algunas.

-Gracias -sonreí marcando dos hoyuelos en mis mejillas-. Shhh, están durmiendo -susurré mientras les cantaba una nana.

Cuando llegamos a su casa, me dejó en un cuarto y me trajo otra niña, una chica morena.

-Hola, Melina. Mira a quien te he traído. ¡Una amiguita para que juegues!

Cuando se fue, vi que la niña no paraba de llorar.

-Shhh Melina, si quieres ver a tus papás tienes que fingir que eres feliz. Hay un equipo en camino. Soy agente -susurré.

Cuando entró el hombre, nos lavó y luego me dio un vestido verde.

-Toma mi niña, ¿te gusta?

-Sí papi, me encanta -dije emocionada.

El hombre me miró y su expresión se suavizó.

-Póntelo y luego... jugaremos.

Oh no. Rápido chicos, vengan a salvarme.

Me puse el vestido y fui al cuarto del hombre. Di un giro para que lo viera bien y él me indicó que me sentara. Negué con la cabeza. Estaba asustada. Él se me acercó y se quitó la ropa. Me lanzó a la cama. Pataleé. Me quitó el vestido bruscamente. Intenté separarme, y me golpeó. Me sujetó con las manos y me desabrochó el sujetador.

-¡Suéltela! -gritó Sherlock apuntándolo con la pistola.

El hombre me comenzó a quitar la parte de abajo.

-No -se rió el hombre y me colocó delante suyo.

Miré a Sherlock desesperada.

-Suelta a mi chica, asesino -dijo... ¿James?- o te mato.

El hombre me soltó y yo respiré agitada. Cuando estuvo esposado, James se me acercó y me ayudó a vestirme. Me aferré a él, desesperada, mientras me recuperaba.

Él acercó su rostro al mío.

Estaba cerca. Muy cerca.

Demasiado cerca.

-Dalia, ¿estás bien? -preguntó Sherlock.

-Sí, gracias -dije aliviada.

Me levanté y fui con ellos. Eriond estaba con la otra chica, que lo abrazaba. Yo ya no estaba disfrazada, y agradecí a Sherlock por interrumpirnos.

-Se notaba que pedías ayuda con tus gestos -dijo el detective.

Volvimos al 221B de Baker Street y nos despedimos de James y el castaño. Subimos las escaleras y suspiré.

-Ayúdame a quitarme esta cosa. Ese tipo me golpeó fuerte -pedí a Holmes.

Él me ayudó a quitarme el vestido y John entró en casa.

-Vaya por Dios, qué mala pinta tiene eso -yo tenía un golpe en el abdomen y la mejilla inflamada, además el tipo llevaba anillo y me había hecho un corte.

Me dio una bolsa con hielo y una servilleta para mi labio, me limpió el corte y me vendó el abdomen.

-Listo -sonrió el doctor-. Holmes, es usted muy bruto.

Sherlock Holmes y el misterio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora