9: Un nuevo comienzo

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[Dalia's POV]

Desperté en una sala de hospital. Leo estaba a mi lado, y sonrió antes de que yo regresara a mi inconsciencia.

Cuando desperté de nuevo, estaba sola. Me dolían mucho el abdomen y la cabeza. Regresé al mundo de los sueños.

-Dalia. ¡Dalia! ¿Puedes oírme?

La voz de mi hermano Leo sonaba como si yo estuviera bajo el agua. Me esforcé por contestar, pero cuando abrí los ojos, él ya no estaba y lo único que pude hacer fue volver a dormirme.

Esta vez desperté en una cama. De una casa. No del hospital. Noté los cuadros y los instrumentos musicales, y una pila de cuadernos. No recordaba el lugar. Una figura me llamó la atención, un hombre con el cabello negro y rizado y los ojos gris acero.

-¿Quién... eres? -pregunté con la boca pastosa, se me hacía difícil hablar.

-¿No me recuerdas?

-No te conozco...

-Soy Sherlock Holmes. Puedes llamarme Sherlock. Soy tu compañero de piso. ¿Qué es lo último que recuerdo?

-Que tenía que ir a una entrevista de trabajo para la UCC y... una promesa a mi mejor amiga que había muerto. Algo de protegernos entre hermanos y... de ser fuerte.

-Pasaron 7 años desde eso. Y estabas en la UCC pero estás de baja.

-No voy a volver. Quiero quedarme con los dos trabajos de medio tiempo y dedicarme a la informática y la música. Es más sencillo.

-De acuerdo. Bueno, él es el doctor John H. Watson, y el de la bata blanca es un médico.

-Señorita... se recuperará, la amnesia es permanente y perderá gran parte de sus capacidades. De resto, no hay secuelas.

-Menos mal... Me costará un poco adaptarme.

-Ya te ayudará tu compañero de piso -dijo John.

-¿El de los ojos grises?

-Sí, y mi nombre es Sherlock Holmes.

-Lo sé. Lo dijiste antes. Bueno, voy al trabajo. Es decir, intentaré acordarme de dónde es.

-Puede que lo conozca. ¿Cómo se llama?

-Es el Maid Café, aquí cerca -dijo una mujer-. Soy Silvia Stone, la del hombre que no se iba a divorciar. Tenías razón.

-Vale... voy para allá.

-Sherlock, acompáñala.

-¿Por qué yo?

-Porque no tienes nada mejor que hacer.

-Oh. Es cierto. Vamos -dijo con una mueca de disgusto.

-Suelo ir andando. Es... ahí -dije sonriente-. Siempre están cerca de casa. Voy a cambiarme. Adiós, ya te puedes ir.

Fui a ponerme el vestido de maid y vi que Sherlock entraba.

-¿Qué haces aquí?

-Tenía curiosidad por saber cómo es.

-Bienvenido, Amo.

-¿Qué?

-Siéntese y elija lo que desea... yo me voy a servir a los demás clientes.

-Después de cinco horas de trabajo-

-Me voy chicas, hasta mañana.

-¡Adiós!

Salí muy contenta y volví a casa. Allí el chico rarito estaba sentado mientras revisaba algunas fotos. Iba a acercarme, pero me lo pensé y subí a mi cuarto a escribir un poco. Ah, olvidé decir que suelo escribir sobre las misiones de espía, y a veces sobre los trabajos de mi hermano y/o el grupo. Esta vez le tocó a mi hermano, él suele almorzar en el Maid Café y me contó de su trabajo, así que escribí un buen rato. Luego bajé y vi que mi compañero de piso estaba aún aburrido.

Sherlock Holmes y el misterio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora