Día 1. Coffee Shop/Cafeteria

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Lance dio un sonoro bostezo mientras se ponía su delantal, listo para iniciar el día. Aún no se acostumbraba del todo al turno matutino, claro que para la persona promedio levantarse a las 8 para salir a trabajar era cosa de todos los días pero después de un año durmiendo hasta tarde y aun así tener el suficiente tiempo para prepararse y llegar a clase a tiempo, levantarse antes de las 9 era una completa y tortuosa osadía.

No debería quejarse en realidad, el trabajo tenía horarios flexibles, quedaba a 15 minutos de su hogar caminando, sus compañeros de trabajo eran agradables y el lugar era acogedor, con paredes negras decoradas con múltiples dibujos de tazas y granos de café, letras elegantes y coloridas, varias fotos de ciudades y macetas en cada rincón, modernas mesas con sillas cómodas, perfectas para recostarse y relajarse o caer medio muerto después de enviar un ensayo importante, perfecto para cualquier estudiante.

Las grandes ventanas estaban abiertas dejando que el frio matutino inundara el lugar, Lance lo prefería así, era mucho más fácil mantenerse despierto y atento de esta manera.

El sonido de la campanilla de la puerta lo saco de sus pensamientos, levanto su mirada encontrándose con un chico caminando de manera apresurada al mostrador, cabello largo y negro atado en una cola de caballo mal hecha que dejaba que algunos mechones enmarcaran su evidentemente malhumorado –y atractivo- rostro. Vestía con una simple sudadera roja, pantalones negros ajustados y botas. Parecía que el chico despertó tarde, se puso lo primero que encontró y salió corriendo, a decir verdad el estilo le quedaba bien, muy bien.

ꟷBienvenido a Café Altea, ¿En qué puedo ayudarte?—

El chico lindo se le quedo viendo fijamente por un par de segundos

ꟷUn café latte mediano, por favor ꟷ

ꟷMuy bienꟷ Dijo tomando el vaso –¿Para llevar?—

Otra pausa, Lance noto las grandes ojeras que adornaban su rostro.

ꟷSíꟷ

Sin ninguna palabra más, el moreno comenzó a preparar la orden en silencio, el chico no despego la mirada de él observando cada movimiento suyo, ¿Qué ocurría? ¿Acaso temía que envenenara su café o algo? ¿Tal vez creía que era incompetente y arruinaría su orden?

Con ese pensamiento en mente, termino la orden y se la entregó al chico de cierta mala gana, el otro no pareció notarlo pues su mirada seguía fija en él.

ꟷSu orden señorꟷ

ꟷGraciasꟷ

Pago la cantidad exacta y se marchó.

Vaya extraño sujeto, pensó el barista dirigiéndose a la radio y encendiéndola dejando que la música inundara el lugar, decidió no darle más vueltas al asunto y seguir con su turno como de costumbre, en unos días probablemente no recordaría el encuentro con aquel peculiar cliente.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Y estaba equivocado.

Desde ese día, el mismo sujeto había llegado todos los días a la misma hora, ordenando lo de siempre, con una cara de medio muerto y la ropa desarreglada.

Pero afortunadamente no siempre silencioso, decidido a hacer sus visitas más amenas, Lance empezó a hacerle preguntas mientras trabajaba en su orden; descubrió que el chico no era ningún raro acosador, solo un estresado estudiante universitario que tenía la manía de despertar tarde y tener que ir corriendo a clases.

Entonces, si va tarde, ¿Por qué no se salta el café?, se preguntaba el moreno, no tendría que ir corriendo si se ahorraba los 5 minutos que tardaba el preparar su café diario; el joven levanto los hombros, tal vez era una de esas personas incapaces de funcionar en el día sin su dosis de cafeína, su amiga Pidge era igual, nadie se atrevía a molestarla antes de que tomara su taza de café americano matutina.

Jumping realities: Klance AU MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora