XII

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XII

Lo quiero todo, incluso a ti. 

Estoy bien si tu lo estas.

Recargo su liviano cuerpo en el marco de la puerta del baño, con sus brazos cruzados justo donde la bata se abrocha; la mirada fija en la bronceada espalda de Eren. Anteriormente no había logrado conciliar el sueño inmediato, pero no podía dejar que su queridísimo sugar se marchara sin desayunar nada; no podía permitirse el deseo de dormir un poco mas sin saber que Eren se iba con bien de su pequeño departamento.

Su grisácea mirada se deslizo con una descarada parsimonia por lo ancho de la desnuda espalda del moreno. Su lengua quedo inmovilizada entre su dentadura, debía mantener sus manos quietas si quería dormir un poco mas antes de su examen sobre la historia del arte; no era importante, pero si necesario aprobar la materia. Llevaba tiempo planeando un pequeño viaje de vacaciones a Francia para ver a su madre, no podía darse el lujo de adeudar materias solo por su poca capacidad de abstinencia matutina.

-¿Quieres desayunar ya?- carraspeo con fingida naturalidad, intentando que su voz no temblara o pareciera ansiosa. Eren alzo ambas cejas. Estaba seguro de que de alguna forma su esfuerzo por fingir normalidad frente al torso trabajado del alemán estaba valiendo nada más y nada menos que un simple pedazo de carbón, y eso, le hizo sentir la sugerente mirada esmeralda del castaño. Fuerza de voluntad – Puedo prepararte unos waffles con moras azules, o tal vez prefieras algo más...

Una sonrisa. Era una excelente mañana para ambos. El sonrojado rostro de Levi, y los hoyuelos marcándose con fuerza en las mejillas del moreno podían confirmarlo sin temor a fallar. No había que ser adivino para saber que el día comenzaba de maravilla para ambos, a pesar de que las ojeras bajo los ojos del francés grietaran todo lo contrario; era probable que Levi sonriera y negara con rapidez si le preguntaras lo contrario.

-No, eso me parece perfecto. Gracias bebé- Su voz sonó un poco mas grave de lo normal, probablemente gracias a que recién se habían levantado. Encontró con sus manos su camisa interior, y con un aire de satisfacción por observar una ligera llama de decepción en los pequeños ojos de Levi, procedió a ponérsela de nuevo. – Levi – lo llamo con cariño – Hoy luces bellísimo.

No entendía cómo era posible que solo tres simples y escuetas palabras bastaran para subirle los colores hasta la luna. Tal vez no eran las palabras, o más bien ¡no lo eran! El afectante en su ecuación era Eren, cualquier cosa que saliera de su labios equivalía a una reacción involuntaria en su sistema. Las manos le temblaban si las ajenas las rozaban por accidente, y su corazón se aceleraba con fuerza cada vez que la loción del alemán llegaba a sus fosas nasales. Tal y como si un millar de estrellas tintinearan dentro de su estomago, era una sensación placentera, pero sucesivamente lo invadía una llamarada de intriga e incertidumbre ¿Por qué? La realidad era que Levi temía acercarse al final a causa de esos arrebatadores sentimientos campales que acechaban con recelo el par de esmeraldas brillantes que presumía Jaeger.

A menudo se debatía mentalmente, pensaba cosas que con probabilidad jamás pasarían; las palabras burbujeaban en su garganta esperando ser descubiertas, pero el azabache no se sentía capaz de deshacerse de ellas de golpe. Soñaba con el día en que sus labios dejaran de ser de hielo, el día en el que el hirviente coraje le borboteara las venas y lo impulsara por el camino indicado. Quería ser aceptado y amado con igualdad, deseaba entregarse con desesperación. Obtener otra parte ajena a la suya, una parte perteneciente a Eren.

-Que galante ha amanecido el señor Jaeger el día de hoy- comentó fingiendo normalidad. Su rostro pálido resaltaba con tibieza bajo la luz blanca del espejo del baño, haciendo notar con fuerza el violento sonrojo que coloreaba sus mejillas. Era como si un torbellino de pensamientos dulces y tiernos se arremolinara en la punta de su lengua, pero se prohibía a si mismo contestar con sinceridad ese tipo de comprometedoras oraciones. Era probable que si aflojaba un poco la barrera, un verdadero "Te quiero" se escapara de su interior; arriesgaba demasiado por un futuro un tanto incierto.

Sugar daddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora