XVIII

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XVIII

"Alguno debe de ceder"

Las manos en el escritorio, la mirada al frente y la mente en el infinito. La junta en la que se encontraba era importante, lo sabía a la perfección, ¿pero qué podía hacer si estaba tan frustrado y herido? Levi había roto su corazón en un millón de minúsculos pedazos, y lo peor era que no pareció importarle en lo absoluto; solo lloro frente a él sin querer darle una explicación.

-Entonces... ¿tenemos el permiso para distribuir en Londres?

El silencio se quedó estático en la sala, todos expectantes de la respuesta aprobatoria del moreno, pero esta jamás llego. Mikasa, que se encontraba sentada en seguida de Jaeger, suspiro impaciente, se puso de pie y abrió la puerta de la sala de juntas.

-El señor Jaeger necesita pensar, saben que Londres siempre ha sido uno de los mejores aleado comerciales, por lo tanto ha estado pensando en otorgarle un plus a la colección exclusivamente para este punto geográfico-. Concluyo segura.

Todos en la sala de juntas parecieron complacidos con las palabras de la asiática, así que sin chistar se pusieron de pie, y con una sonrisa sencilla salieron del lugar, dejando a Mikasa y a Eren a solas.

-Y bien ¿qué sucede contigo el día de hoy?- pregunto molesta mientras se quedaba de pie frente a la tiesa silueta del joven empresario- ¿si quiera haz puesto la mínima atención a la junta de hoy?- pero Eren no parecía tener la energía como para contestar- Es por Levi, ¿cierto?

Eren la miro sorprendido, con un atisbo de dolor y amargura en el centro de los orbes. No le había dicho a nadie respecto al francés, se había tragado el coraje durante dos infinitas y eternas semanas, durante las cuales se ahogó de trabajo para no pensar.

Suspiro, no podía continuar así. Cada día sentía como el mundo se le derrumbaba sobre los hombros, y una sensación helada y punzocortante le corroía el interior, desgarrándole las entrañas sin querer cesar.

-¿Soy tan...?

-¿Obvio?- concluyo- sí, la verdad es que da asco verte así de deprimido y sin ganas de vivir.

-Me alagas.

-Entonces, ¿qué pasó terminaron?

Eren se quedó absorto en la pregunta, ¿realmente habían terminado? No estaba seguro de ello, sobre todo porque jamás habían sido algo más allá del contrato. Eren había pensado en ello muchas veces, porque el cariño siempre estuvo ahí, solo había faltado impulsarlo a algo más serio.

-Interpretare tu silencio como un "si"- la chica se sentó con las piernas cruzadas, y con el ceño fruncido le observo respirara con irregularidad- ¿qué hago con los boletos?

Eren parpadeo confundido, por un momento lo había olvidado, había comprado boletos a Francia en primera clase. Un regalo para el menor, y ahora solo eran un recuerdo de lo feliz que pudo haber sido aquella semana en parís- ¿Los quemo? Aunque quisiera quedármelos, ya se aproxima mi semana de vacaciones y podría ser un buen regalo de antigüedad.

-No.

Mikasa lo observo atenta, sin decir nada, igual que siempre solo lo juzgaba con la mirada, cosa que a Eren no le hacía ni la más mínima gracia.

-¿Entonces, planeas quedártelos?

-Entrégale el suyo a...Levi- decir su nombre le costó, y no porque le doliera la garganta, si no que nombrarlo lo hacía extrañarle-El otro solo deséchalo, ya no será necesario.

-Bien- respondió tranquila, después de todo ya se esperaba ese acto tan gentil de parte de su jefe- se lo enviare por correo, le llegara mañana por la mañana.

Sugar daddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora