Eva cerró la llamada.
El Dr.Rojas era un gran psicólogo, si había alguien quien podía ayudar a Valentina en estos momentos de confusión, era él. Tuvo que pedirle un favor para que la atendiera lo más pronto posible, pero por su hermana valía la penar tener que deberle una a alguien, aunque fuera un amigo.
Se dirigió con pasos decididos al cuarto de Valentina, y una vez allí tocó a la puerta.
-Valentina, tenemos que hablar.
Esperó, pero su hermana no contestó.
Eva suspiró.
No le gustaba verla mal. No le gustaba ver a ninguno de sus hermanos mal, pero lo que Guillermo y Valentina no entendían, era que todo lo que hacía lo hacía por su bien, y por el bien de la familia. Ahora que su papá ya no estaba, mantener a los Carvajal a flote dependía de ella. Suficiente tenían con Lucía, como para aguantarse más escandalos. Guille y su secretaria, y ni se hable de Valentina creyendose homosexual a estas alturas de su vida.
Ya había lidiado con su hermano, ahora su hermana menor era quien necesitaba de su intervención.
-¡Valentina! ¡Abre la puerta!- Esperó, y nada. -¡No lo voy a repetir!
Estrelló su mano contra la madera. A estas alturas su hermana usualmente ya habría abierto, aunque sea para decirle que se fuera, pero Eva supuso que se había puesto incluso mas testaruda con el paso de los años. Estar encaprichada con una niña ya era prueba suficiente.
-¿Qué pasa?- Escuchó la voz de Silvina, y se volteó para ver a la empleada, que la miraba con cara de preocupación.
-La niña no habre la puerta.- Eva dijo la palabra alto y claro, para que Valentina la escuchara a travez de la puerta.
Su padre había consentido a Vale demasiado. Era la hija menor, la niña de sus ojos. Todo lo que Valentina quería, lo recibía, y con creces. Aunque es cierto que su hermana nunca se volvío engreída por esos tratos, la verdad es que era demasiado inocente. Podía comportarse como una niña pequeña todavía, y eso era algo que ningún Carvajal se podía permitir.
-Pero ¿que le pasó?
-Esta enojada conmigo por algo que ella y yo sabemos.- Lo que menos necesitaban ahora era que la servidumbre se pusiera a chismosear de la sexualidad de su hermana. Silvina no se quedó tranquila, y se acercó a la puerta.
-Mi niña, por favor abra. -dijo suavemente. No hubo respuesta de Valentina. Silvina se volteó hacia Eva. -¿Esta usted segura que esta alla dentro?
-Tiene su musica puesta.
Podía escuchar una deprimente canción en inglés colarse al pasillo por debajo de la puerta.
-¿Pasa algo? -Una voz varonil dijo detrás de ellas. Eva apretó los dientes. Suficiente tenía con Silvina para que Jacobo se uniera a la fiesta.
-La princesa de la casa se encerró en su castillo.- dijo. -No le de importancia, Jacobo. Es más, vaya a trabajar.
Eva siempre veía al chofersito aquel haciendo de todo menos de chofer. ¿Para que le pagaban?
-¿Esta bien Valentina?- preguntó Jacobo nuevamente, con el ceño fruncido.
-No pasa nada. Mi hermana solo esta haciendo un berrinche-
-Valentina no hace berrinches- la interrumpió Jacobo con voz firme, y Eva dió un paso hacia atrás. ¿Y este quien se creía que era? Actuaba como si conociera a Valentina. A Eva no le dió tiempo de poner en su lugar al chofer, porque este ya estaba arrodillado en el suelo, asomandose debajo de la puerta.
-Válgame Dios, esto es exactamente lo que ella quiere-
-Hay un charco en el suelo.-dijo Jacobo. Se levantó y tomó el pomo de la puerta entre sus manos, sacudiendolo con tal fuerza que la puerta rebotó contra el marco y se sacudieron las bisagras.
-¿Valentina? ¡Valentina!
-¿Va a romper la puerta ahora?- preguntó Eva, un segundo antes de que Jacobo arremetiera contra la madera. Su hombro impactó con esta con fuerza, y el sonido hizo que Eva pegara un salto. Por un momento, se comenzó a asustar. ¿Y si Valentina había cometido alguna estupidez?
Jacobo lo hizo de nuevo, hasta que la puerta cedió y se abrió con un estruendo, astillas volando del sitio donde solía estar la cerradura.
Entraron al cuarto de Valentina, solo para encontrarla en su cama.
Estaba dormida. Pero demasiado quieta, demasiado pálida.
Jacobo corrió hacia ella, posando sus manos en su rostro y dándole palmaditas en la mejilla. Eva sentía que tenía zapatos de concreto. No se podía mover.
-Valentina. Valentina, reacciona.-repetía Jacobo. -No siento su pulso.
Silvina rompió a sollozar mientras rezaba. Eva dejó de respirar. Por un momento todo dejó de importarle, la empresa, el dinero, el que dirán de la gente. Todo lo que pudo ver era un futuro donde había perdido a su hermanita, donde nunca más la vería bailar mientras desayunaban ni escucharía su risa por la casa
-¡Esta respirando!- anunció Jacobo, a quien Eva se sorprendió de ver tenía lagrimas en sus mejillas. -Su pulso es muy débil.
-Hay que llamar a una ambulancia.-dijo Eva, reaccionando al fin. Volviendo a respirar.
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Sober || Juliantina
RomanceValentina vuelve a su viejo compañero de batallas -el alcohol- y comete el error de mezclarlo con algunas de sus "pastillitas", con resultados catastróficos. Jacobo piensa que es su culpa por haber sido mal padre, Guille piensa que es su culpa por...