Valentina

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El mundo se siente pesado cuando ella despierta.

Así es como puede definirlo, mientras lucha a través de las capas de sueño para despertar. Todo se siente...pesado. Sus extremidades se sienten como si pesaran 100 libras cada una. Se siente como esa vez que Nayeli la llevó al gimnasio para hacer crossfit, y ella terminó decidiendo que ser naturalmente delgada y nadar y correr tendrían que ser suficiente para mantener su cuerpo en buen estado, porque no era una persona de hacer tanto ejercicio. Valentina ni siquiera pudo caminar al día siguiente aquella vez. Ella no está segura de poder caminar ahora.

Lo que puede hacer es escuchar, y mientras lucha por darse cuenta de su entorno, escucha voces. Voces que ella reconoce rápidamente como su hermano y hermana. Discutiendo, como siempre.

-Está en crisis, y ninguno de nosotros se dio cuenta.

-Tuvo un accidente. O tal vez si está en crisis, no lo sé, pero sé que gustarle una chica no es parte de eso.

Valentina trata de hablar, pero su lengua se siente como un rollo de algodón dentro de su boca.

-¿Qué estas haciendo ahora? -oye a Eva preguntar.

-Voy a llamar a Lucía para hacerle saber lo que está pasando.- le contestó Guille.-¿Por qué llamas a esa mujer? Ella no es parte de esta familia, ella...

-Es su madrastra, legalmente, en caso de que lo hayas olvidado. Es la viuda de papá.- Guille le dice. -Y Lucía vive con Valentina y en realidad se preocupa por ella. Eso es más de lo que puedo decir de ti.

-¿Cómo te atreves?

-Vale es nuestra hermanita y la estás haciendo miserable porque se enamoró de una chica. Al igual que hiciste mi vida un infierno por estar con Renata. ¿Te has dado cuenta que el problema aquí eres tú? -Guille le reprochó. Eva resopló. Valentina reconocería ese sonido incluso en coma. -¿Lucía? Ya te lo dijeron. Ella esta bien, ya la estabilizaron. No, no le lavaron el estómago, le dieron carbón.

-Carbón activado.- corrigió Eva.

-Carbón activado. No se ha despertado todavía pero va a estar bien. Está en la habitación 317. Está bien. Te haré saber si pasa algo.

Valentina frunció el seño, o al menos, eso pensó que hizo, ya que nisiquiera sentía su cara. Entendió que estaba en el hospital, pero le costaba recordar que había pasado para llevarla a allí. Intentó hablar, y finalmente logró algo cuando un ruido salió de sus labios.

-¿Val? ¿Valentina?-Sintió una mano cálida en su frente, y poco a poco volvió a habitar su cuerpo. No le dolía, pero se sentía extraña, casi irreal. -Oye, estás bien. Todo esta bien. -Guille susurró.

 Le recordó a Valentina a como la había tratado cuando había muerto mamá.

Su papá había estado destrozado, y Eva había tomado el control y se había hecho cargo de todo. Ellos dos habían sido el excedente, lo que sobraba en la ecuación. Demasiado jóvenes para ayudar en nada pero lo suficientemente grandes para darse cuenta de todo. Guille ya era un adolescente, y dejó de salir con sus amigos para cuidar de ella, que se sentía más que perdida. Aún recuerda como se durmió llorando por semanas después del funeral de mamá, y como Guille siempre estuvo ahí acaraciandole la cabeza como lo estaba haciendo ahora. 

Valentina abrió los ojos, entrecerrandolos contra la luz. Definitivamente estaba en una habitación de hospital. De hecho, reconoció la inmensa y bien iluminada habitación como una de las del mismo hospital que visitó tanto cuando era pequeña, antes de que su madre muriera.

-¿Que pasó?-preguntó con dificultad.

-Tuviste una sobredosis, es lo que pasó.-Eva le contestó. -¿Estás tomando pastillas ahora? Y mezclandolas con alcohol, también. Pensé que eras más inteligente que esto.

Sober || JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora