"Jacobo"

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León recuerda la primera vez que cargó a Valentina.

Había sido prematura, su esposa había entrado en labor de parto a los 8 meses y 6 días de embarazo. El había estado dividido entre la sala de espera del hospital y el ala de maternidad toda la noche. Guille no tenía más de 6 años, y Eva no conseguía calmarlo. Silvina había venido con ellos al hospital, porque no habían querido quedarse en casa. Todos estaban preocupados por su esposa, pero más aún por la bebé. León no podía evitar imaginarse lo peor. Que le faltara el oxígeno, que naciera enferma. Que tuviera algo que ni todo el dinero del mundo podría arreglar. Le faltaban 3 semanas de gestación, un mes entero basicamente.

Y aún así Valentina Carvajal nació gritando a todo pulmón. Nisiquiera necesitó estar dentro de una incubadora más de algunas horas. El único indicio de que había nacido antes de tiempo era su tamaño.

Su segunda hija fue una bebe diminuta. Practicamente cabía en sus manos esos primero días.

León no quería soltarla. El embarazo no había sido tan fácil, y el hecho de que naciera prematura fue casi una confirmación de lo que su esposa y él habían conversado. Sería su última hija, con 3 niños tenían suficiente. Eso hizo que la quisiera aún más. 

Valentina era la luz de sus ojos. Su primera palabra fue "papá". La primera vez que caminó, fue hacia el.

Casi no podía respirar de lo apretado que sentía el pecho mientras bajaba las escaleras con Valentina. La había visto crecer por 22 años, hasta convertirse en la mujer que era hoy en día. No podía creer que podría ser la última vez que la llevara en brazos.

¿Cuando había crecido tanto? León juró no entender como pasó el tiempo, como en un parpadeo pasó de sostener a aquella bebe prematura en sus manos a llevar el peso muerto de su hija, fría y pálida. 

-Valentina, por favor.- rogó, mientras la depositaba en el sofá.

-La ambulancia viene en camino- anunció Eva. -Voy a llamar a Guille.

León escuchaba todo como si estuviera debajo del agua. Acarició la mejilla de Valentina.

-Mi niña, ¿que te tomaste?

¿Acaso había tomado así siempre? ¿Había consumido drogas debajo de sus propias narices cuando el estaba demasiado ocupado en el trabajo? No tenía idea. Valentina siempre había sido perfecta, siempre se le había visto tan alegre. Era amable, siempre lista para ayudar a los demas, siempre cariñosa. Era feliz. Era la viva imagen de su madre fallecida, y León se empieza a preguntar si tal como su difunta esposa, Valentina también era capaz de hacer ver que estaba bien cuando en realidad estaba sufriendo por dentro. 

-Estan a cinco minutos, ¿aún no responde?

Eva lo echó a un lado, y León se dejó mover. Ellas no sabían quien era. El en realidad no tenía derecho a estar aquí, no en este cuerpo. Pero ya no le importaba. 

Si su hija estaba en peligro de muerte, nadie lo separaría de ella.

Sober || JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora