Capítulo 7: No me dejes, por favor

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Capítulo 7: No me dejes, por favor

Narra Lex:

Ese día era el cumpleaños 19 de Farrah, así que decidí hacer algo especial por ella. El primer paso era lograr que se levantara de la cama.

-Vamos, Farr.-la sacudí un poco pero ella ni siquiera se inmutó.-Farrah.

-Shhh, largo.-balbuceó con la cabeza bajo las mantas.

-Farrah, hoy es tu cumpleaños y te preparé un sorpresa, pero si no te levantas, no te la daré.

Hubo un momento de silencio y supe que se había vuelto a quedar dormida.

Maldita irlandesa floja.

-¡Farrah, arriba!-le lancé un vaso de hielo a la cara, causando sus gritos.

-¡Idiota, sal de aquí!-se levantó con los ojos cerrados y lanzó una almohada, esperando golpearme.

-¡Fallaste!-me burlé.

-¡Fuera, Lexinton!-chilló otra vez y cerró la puerta mientras yo me reía en el pasillo.

Quince minutos después, salió vestida con un suéter gris, unos jeans negros y unas zapatillas blancas, con un beanie rojo en la cabeza.

-Vámonos.-apremié y apenas le dio tiempo de coger su bolso cuando yo ya la había jalado por la puerta.

-¿A dónde vamos?-preguntó mientras caminábamos por las resbaladizas calles de Nueva York.

-Es una sorpresa.

Bufó y arrugó la nariz con disgusto.

-Odio las sorpresas.

Reí y la tomé de la mano para bajar las escaleras y entrar al metro. Luego de dos estaciones, nos bajamos y tomamos otro. Finalmente, salimos del lugar, en Coney Island.

-¿Qué hacemos aquí?

-Te llevaré al parque de diversiones por tu cumpleaños.-admití y la guié hasta la taquilla para comprar los boletos.

Entramos a casi todas las atracciones y ella no paraba de sonreír. Sus ojos estaban llenos de felicidad y su rostro se iluminaba cada vez que nos subíamos a algún juego.

-¡Vamos a la montaña rusa!-gritó y me arrastró hasta la fila de ésta.

Cuando nos llegó la hora de subir, escogimos el último carrito y nos abrochamos los cinturones.

-¿Tienes miedo?-pregunté.

Ella negó con la cabeza y empezamos a avanzar. La cosa ésta daba dos vueltas a la pista, pero en la segunda se quedó atorada, justo en la cima.

-Ok, ahora sí tengo miedo.-masculló y se acurrucó más a mi lado, tomó mi mano y la apretó.

Sonreí y la abracé. Veinte minutos más tarde, llegaron tres personas para ayudarnos a bajar y, para nuestra suerte, empezaron por nuestro carrito.

-Vamos, linda, quítate el cinturón de seguridad para que te pueda poner el arnés.-un chico de unos veinte años le habló con dulzura a Farrah, quien temblaba como gelatina.

Le pusieron las correas de seguridad y poco a poco fueron ayudándola a bajar por los rieles.

-Ahora tú.-dijo.

Cuando ya estaba asegurado, seguí el mismo camino que Farrah hasta que por fin llegamos al suelo. Dimos las gracias por habernos bajado y salimos de ahí.

-Tengo hambre, vamos a comer algo.-dije y fuimos hasta un puesto de salchichas.

Pedimos dos y cuando nos las dieron, fuimos hasta el muelle para mirar el atardecer.

-¿Sabes? Éste ha sido el mejor cumpleaños de todos.-me miró.-Gracias, Lex.

Esbocé una sonrisa y pasé mi brazo por sus hombros.

-De nada, Farr.

Y nos fuimos de ahí, jugando y riendo como un par de niños.

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Narra Farrah:

Lex y yo éramos cada vez más cercanos al grado de que a veces me quedaba a dormir en mi casa. Eso sí, en el sofá de la sala. Ése día, me levanté muy temprano y salí sigilosamente, dispuesta a asustarlo. Sin embargo, cuando entré a la sala, las mantas estaban revueltas pero el sillón estaba vacío. La ansiedad comenzó a crecer dentro de mí, gracias a los recuerdos, pero me obligué a mantenerme tranquila y buscar alguna nota que explicara su ausencia.

Miré en la cocina, en la puerta principal y del baño, en mi habitación, pero no encontré nada. Lo llamé al celular cinco veces y me mandó al buzón de voz.

Empecé a hiperventilarme y llenarme de pánico ante la idea de que Lex se hubiera ido.

-Mierda.-repetía en voz baja mientras caminaba de un lado a otro por el apartamento.

Ellie y Mila se enredaban en mis pies, pero no les presté atención. Todo ésto era mi culpa, si no hubiera creído en él, ahora mismo no estaría llorando a mares. No sé cómo es que pude ser tan idiota para pensar en que Lex podría ser diferente a mis padres, a mis tíos y mis primos o a Michael y Candace. Había confiado en ellos y todos me habían herido física o emocionalmente. Me dejé caer, rendida y con las lágrimas cayendo sin parar, haciéndome sollozar. Entonces, la puerta principal se abrió.

-¿Farrah?-escuché su voz.-¿¡Farrah!? ¿¡Qué pasó!?-soltó las bolsas que cargaba y corrió hasta mí.

Me abrazó contra él mientras susurraba palabras de cosolación en mi oído.

-Ya, tranquila. Shhhh.-me acarició la espalda.

-Pensé que te habías ido, que te habías hartado de mí y me habías abandonado.-alcancé a farfullar entre los sollozos e hipidos causados por el llanto.

Sus agarre se hizo más fuerte.

-Oh, Farr...

-Eso me pasa siempre.-le interrumpí.-Con mis padres, mi familia, mi novio, mi mejor amiga. Todos ellos me han apuñalado por la espalda y me han abandonado como si fuera un horrible saco de basura.-lo miré.-No me dejes, por favor.

-No, Farrah, tú no eres eso.-besó mi mejilla izquierda.-Nunca, nunca te voy a dejar sola.-besó mi mejilla derecha.

-Te quiero, Lex.-mis propias palabras me sorpendieron, pero no me arrepentí de haberlas dicho.

Al parecer, a Lex también lo tomaron desprevenido pues lo sentí tensarse, pero de inmediato contestó:

-Yo también te quiero, Farrah.

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¡Hola!

Perdón por no subir, aquí está su capítulo. Espero que les guste, voten y comenten.

Las quiero,

Azul xx

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