LA REINA LOBO | edmund pevensie

CHAPTER TWO

[ CHAPTER TWO ]  

──── ∙:♛:∙ ────

El tren desapareció ante una intensa luz que parecía irradiar de afuera de la cueva donde se encontraban, dejando lugar a una hermosa vista de aguas claras y arenas blancas. Todos se encontraban agitados por el reciente viaje y Briar estaba realmente asombrada, por no decir asustada de encontrarse en un lugar desconocido. Aún sin poder creerlo caminó rápido fuera de la cueva adelantándose a Los Pevensie, quienes cayeron nuevamente en la cuenta de que ella se encontraba allí con ellos, para luego detenerse asombrada de lo que veía.

Pareciera que ahora se encontraban muy lejos de Londres, ya que la contaminación de la ciudad nunca permitiría que aquellas aguas se encontraran tan transparentes y que los árboles se encontraran tan saludables.

Los hermanos se detuvieron a la par suya con sonrisas en sus rostros, lo cual extrañó a Briar. ¿Acaso no se encontraban asustados por el reciente suceso?

Lucy miró a Susan para luego reírse y correr hacia el agua con la morena siguiéndola detrás, los hermanos también se miraron y corrieron tras ellas.

— ¡Lástima que no eres veloz como yo! — le gritó Peter a su hermano mientras se sacaba el saco y los zapatos de su uniforme como el resto.

— ¡El último es un huevo podrido! — siguió Lucy, antes de que los cuatro se metieran al agua comenzando a jugar con ella, olvidándose de la castaña que aún miraba todo con los ojos a más abrir.

— ¡¿Dónde estamos?!— gritó Briar provocando que todos se detuvieran a prestarle atención finalmente.

Los hermanos se miraron entre ellos cayendo en la cuenta de que Briar nunca había visitado Narnia y no sabían por qué ella se encontraba allí con ellos. Mojados por la reciente diversión se acercaron a ella sin saber qué decir hasta que Edmund habló.

— Estamos en Narnia.

La chica rió sin gracia.

— ¿En dónde?

— Un mundo donde somos Reyes y Reinas, hace un año llegamos aquí por medio de un ropero— explicó Peter.

Briar se quedó callada intentado organizar sus pensamientos y viendo los rostros de Los Pevensie quienes no tenían rastro de mentira, sino pura verdad. Miró fijamente a Susan, sabiendo que era la más seria de ellos, pero se encontraba con la misma expresión, expectante de cómo ella reaccionaría.

— Debo haberme golpeado muy fuerte, aunque no recuerdo haberme golpeado la cabeza.

— Es cierto, Briar— habló Lucy—. Debes creernos.