LA REINA LOBO | edmund pevensie

CHAPTER EIGHT

[ CHAPTER EIGHT ]

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Hacía pocos segundos que Susan y Lucy se habían ido junto al caballo de Caspian, y Briar se sentía completamente nerviosa por ambas, por lo que no dudó en enviar a uno de sus lobos junto a ellas. Sin embargo, aquella preocupación que la carcomía seguía presente, allí en el medio de su pecho apretujando su corazón. En el poco tiempo que había convivido junto a los hermanos Pevensie, podía decir que había generado un gran afecto por todos, especialmente por Edmund, claro está.

Las memorias de sus momentos juntos no paraban de resurgir y, extrañamente, los dos las tenían al mismo tiempo, generando una conexión inevitable y también una gran incomodidad al reencontrarse por los pasillos del lugar. Pareciera que alguna fuerza superior quería unirlos. Entre ellas se encontraban varias escapadas al bosque donde varias veces el, en ese entonces adulto muchacho, intentaba cortejarla arduamente. Su primer beso en el gran balcón de Cair Paravel, luego de una gran fiesta para toda Narnia por el aniversario de la gran batalla con la Bruja Blanca. Y muchas citas bajo la luz de la luna en las mismas aguas que habían cruzado hace unos días, dónde también le había propuesto matrimonio, antes de que todo se viniera abajo con los Telmarinos.

Sin embargo, la que más la dejaba intranquila era la que había tenido hacía pocos minutos.

Su ella mayor se encontraba nerviosa frente a unas grandes puertas, al parecer debía cruzarlas en cualquier momento.

"¿Cómo te sientes, Mi Señora?", preguntó una voz a su lado. Al girar su vista se encontró con un gran lobo igual al que la acompañaba en el presente, pero en realidad se trataba de Arwen I.

"Creo que vomitaré y huiré en cualquier momento, o lo que ocurra primero."

La risa del lobo no tardó en escucharse, sabía muy bien que Briar no huiría, después de todo amaba a Edmund con todo su corazón. Y su felicidad era lo que más deseaba desde que la encontró cuando era una niña en el frondoso bosque.

"No permitiré que corras"

"Cuento con tu palabra, Arwen", le contestó no dispuesta a que su nerviosismo arruinara el que sería el mejor día de su vida.

"Estaré a tu lado en todo momento, no tienes por qué temer", siguió el lobo mirándola fijamente. "Has esperado que te lo propusiera desde el primer momento en que lo viste."