C U A T R O

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— Encarguense del resto

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— Encarguense del resto.

Fué lo último que dijo antes de salir de la habitación del asiático.

Ella no quería ver cómo lo llevaban a la morgue, no quería saber nada sobre Yoon Gi, no quería creer que había permitido que muriera.

— Señor, ¿Por qué? — habló entre lágrimas.

Había perdido a un paciente, y no era que eso nunca pasará, pero era un paciente especial, era Min Yoon Gi, era ese chico sarcástico y arrogante que le había robado el corazón.

Lloró casi convirtiéndolo en un mar, en menos de diez minutos tenía los ojos tan inchados cómo si hubiera llorado horas.

Cerró sus ojos, y trató de calmarse, pero aún así sollozos salían de su boca.

Quería morirse también, pero sabía que esa no era la respuesta. Sólo quedaba darle la noticia a la familia y resistir el dolor que estaba implantado en su pecho.

Dió un suspiro, se levantó de la silla detrás de su escritorio y caminó hasta la planta baja del edificio que contaba con nueve pisos. Llegó hasta la entrada del hospital, tomó su celular y llamó a quién seguro más les dolería la noticia.

— ¿Aló?

Preguntaron desde el otro extremo de la línea.

— Soy yo, señora Min —. Le pareció escuchar una pequeña risa al otro lado.

— oh, pequeña ____, ¿Cómo está nuestro hijo? — ella suspiró y trató de tomar fuerzas.

— De eso necesito hablar, ¿Podrían venir al hospital? Sería mejor decírselos en persona.

— Vamos ahora mismo para allá —. Escuchó el tono de nerviosismo en su voz.

Colgó.

Trató de calmarse, debía mostrarse fuerte frente a sus padres, debía darles apoyo no derrumbarse junto a ellos.

Quizás cinco minutos más tarde los señores Min estaban llegando en auto azul oscuro.

— ¡____! ¿Qué ha pasado con mí pequeño Yoon Gi? — habló preocupada.

— Sobre eso... — suspiro.— Yoon Gi... Yoon Gi está mue-

Sus palabras quedaron en el aire al ver a una enfermera correr agitada hasta su lado.

— ¡Doctora Lazo! — gritó sobresaltando un poco a los presentes.

— ¿Qué sucede? — La miró confundida.

— ¡El paciente ha despertado! — Exclamó emocionada, asombrando a los pacientes.

— ¿Cómo? — la doctora estaba confundida. — ¡Ya vuelvo! — comenzó a correr al interior del hospital junto con ella la enfermera, y detrás de ellos los señores Min.

— ¿Hace cuánto regresó? — preguntó a la enfermera que corría junto a ella hacía el elevador.

— Hace unos seis minutos quizás —. Respondió mientras entraban al elevador. Los señores Min entraron luego que ellas.

— ¿Nuestro hijo había muerto? — preguntó el señor. Ella se limitó a observarlos.

— Hace 15 minutos Yoon Gi fué dado por muerto —. Explicó la doctora.

El elevador se detuvo y ellas bajaron en el quinto piso.

— Necesito que me esperen fuera —. Dijo ella a los mayores y volvió a correr, esta vez hacía la habitación 523, la habitación de Min.

Abrió la puerta de golpe, y lo vio con la máscara de oxígeno, los ojos entre cerrados y la piel mucho más colorada que hace una media hora atrás.

— Yoon Gi... — susurró caminando hasta él.

— ____—. Sonrió cuando la miró caminar hasta él.

— ¡Estás vivo! — se lanzó a abrazarlo, no le importaba su equipo médico, ella necesitaba abrazarlo. Él no se resistió, devolvió el abrazo con gran ánimo también.

— No me digas, yo pensé que estaba muerto —. Habló sarcástico.

— casi... — susurró ella aferrándose a él mientras unas cuantas lágrimas caían por sus mejillas.

Se separó lentamente de él y limpio el agua salada que cubría sus mejillas.

— Necesito que le hagan unas pruebas de sangre —. Le dijo a los enfermeros, estos asintieron. Uno de ellos fué en busca de lo necesario y tomó la muestra de sangre para después ir al laboratorio a hacer los análisis.

— Tus padres querrán verte —. Acarició la mejilla del de cabellos azulados.

— Y yo a ellos.

La castaña asintió y fué a buscar a los padres del chico que esperan afuera con gran nerviosismo y preocupación. Nada sano para la salud de dos personas mayores.

— ¡¿Cómo está nuestro hijo?! — Exclamó asustada la señora al ver salir a la doctora.

— Está bien —. Sonrió al recordar el rostro blanquecino del joven.

— ¿Podemos verlo? — preguntó ahora el padre.

— Claro —. Sonrió ella y los dejó pasar.

Ahora sólo faltaba esperar a ver los resultados sanguíneos.

Tres horas más tarde los resultados de sangre fueron llevados a la señorita Lazo, quién fué corriendo hasta la habitación del chico, quería leerlos en su presencia. Pero estando ya en su habitación, tenía miedo de abrirlos, ¿Y si todo seguía igual? ¿Qué tal si estaba peor?

Negó con su cabeza, Dios era bueno, y si Yoon Gi seguía vivo algo bueno debía suceder. Confiaba plenamente en ello.

— ¿Quieres leer eso ya? — dijo el pálido que están conectado a una bolsa de suero para mantenerse hidratado.

— No —. Negó ella con la cabeza.

— ¡Apresúrate!, Estás más nerviosa que yo y eso no tiene sentido —. Se rió él.

Suspiró y se preparó mentalmente para lo que venía. Yoon Gi tenía razón, estaba más nerviosa que él y eso era absurdo, ella era la doctora.

— Bueno... — abrió el sobre. — esto dice que... — leyó nuevamente el papel al creer que se equivocaba, pero... Parecía que no.

— ¿Qué dice? — ahora sí la miró un poco preocupado. Bueno, aunque no tenía más de que preocuparse, de morir no iba a pasar.

— El cáncer... Ha desaparecido — lo miró asombrada, y él le devolvió la mirada.

— ¿Estás segura de que dice eso? — Ella asintió.

— ¡Estás sano Yoon Gi! — corrió hasta él y lo abrazó con todas sus fuerzas.

— La biblia lo dice...

— Existen los milagros por medio de la fé —. Concluyó ella la oración del chico y luego lo besó.

Milagros por la fé (🌼);; MYG - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora