Therion se había paseado por todo Rocaudaz, robando a mercaderes, abuelos, niños, mujeres y hombres... Pero no había conseguido ninguna carta de presentación. Se le había cruzado por la cabeza falsificar una, pero, ¿que pondría en ella? No sabía que aspecto tenía o si había alguna marca o distintivo que la diferenciase de las falsificaciones. Al final solo le quedó una zona donde mirar: la zona baja de Rocaudaz. El barrio pobre. El barrio marginado. El barrio de los ladrones.
Therion bajó por las escaleras de madera hasta llegar a la entrada. Ahí solo había dos casas, la taberna y la armería. Todas las viviendas y el mercado estaban en la zona media de la ciudad, y en la zona superior, como no, descansa la mansión Ravus, imponente y solitaria. Therion era un conocido de la zona, por lo que su presencia no levantaba ninguna sospecha. No esperaba encontrar nada ahí...
Pero la suerte tiende a aparecer en los lugares más insospechados.
Justo cuando pasaba delante de la taberna, vio a dos comerciantes hablando a unos metros de él. Uno era nuestro viejo conocido, pero el aspecto del otro es algo inusual: tela de primera calidad, bolsa rebosante de objetos valiosos, vestimenta cara, anillos, collares y demás baratijas... Un mercader normal no llevaría todo eso, por lo tanto, tenía que ser un mercader adinerado.
Y los mercaderes adinerados eran los favoritos de los Ravus.
Therion se acercó y escuchó atentamente la conversación entre esos dos.
- Cuando llevas en el negocio tanto tiempo como yo, ¡hasta los Ravus te suplican que los visites! ¡Es todo cuestión de experiencia! ¡Ja, ja, ja! - rió el mercader adinerado, guardándose la carta de presentación en la bolsa después de enseñársela a nuestro pobre mercader.
- Por suerte para mí, no tienes experiencia siendo humilde. - pensó Therion, contento. Hay gente que debería ser más discreta. Por suerte, ese tipo no era una de esas personas.
Therion se acercó al mercader caminando tranquilamente. Pasó por su derecha. Se puso detrás de él. Miró el paisaje un rato y se volvió por donde ha venido, pero con la diferencia de que ese mercader ahora tenía menos peso en su enorme bolsa.
- Con esto debería poder entrar. - pensó satisfecho, con la carta en la mano.
Era la hora de la verdad. ¿Habrían valido la pena todos sus esfuerzos y podría entrar? ¿O le echarían a patadas, como muchos otros ante que el? Solo había un modo de saberlo, y como dicen por ahí: "Los cobardes nunca escriben la historia", y el juró tener una historia que contar.
Therion se dirigía a la mansión Ravus. Las calles de la zona media habían cobrado vida, y ahora estaban llenas de gente y voces hablando, comprando, riendo, paseando... pero él no tenía tiempo para esas cosas.
Al llegar al patio de la entrada, se escondió en el mismo arbusto de la última vez.
- Dos guardias en la parte delantera. - pensó Therion. Había tenido suerte. - Si consigo engañarlos, podré entrar. Es hora de hacerse el mercader. - Y se preparó para hacer bien su papel. Una de las cualidades que ha de tener un ladrón es saber mentir e improvisar con la misma naturalidad que al respirar o parpadear. Por finTherion podría saber si era tan buen actor como le gustaba pensar. Una vez se hubo mentalizado, salió del arbusto y se dirigió hacia la puerta.
El espectáculo acababa de comenzar.
- Disculpen, caballeros. He venido a ver a la familia Ravus. - dijo Therion, intentando aparentar ser un mercader de alta cuna. - ¿Serían tan amables de anunciar mi llegada?
El primer guardia no parecía haberse levantado con el pie derecho.
- ¡No, hoy no van a ver a nadie, así que márchate! - gritó enfadado.
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Octopath Traveler: Una Aventura, Ocho Historias [PAUSADO]
AventuraAVISO: NO ES NECESARIO HABER JUGADO O CONOCER NADA RELACIONADO CON EL JUEGO PARA PODER ENTENDER Y DISFRUTAR ESTA OBRA. ASÍ QUE LEED SIN MIEDO, VALIENTES. NO TENÉIS NADA QUE TEMER. ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ° ...