La segunda historia: H'aanit, La Cazadora (I)

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Therion salió de Rocaudaz por primera vez en mucho, mucho tiempo. La entrada estaba señalada por una arco hecho de troncos de madera, sujetos con cuerdas que parecían tan viejas como las rocas que decoraban las altas paredes de los acantilados. Altos acantilados que casi llegaban hasta las nubes con picos tan afilados como una flecha. Algunos hierbajos que crecían entre las piedras y en las grietas del camino eran la única compañía de Therion, un ladrón que su propia habilidad le condujo a una trampa preparada con astucia y que le ató una promesa de metal en su muñeca. Una promesa que lo convertía en un ladrón de tres al cuarto ante los ojos del mundo, y él no estaba dispuesto a aceptar eso.

- Ayúdame, por favor. - rogó una voz que sacó a Therion de sus pensamientos.

Este camina hacia su procedencia y encontró un hombre que estaba apoyado en un poste de madera, sujetándose una pierna herida que teñía la ropa y el suelo de rojo. Cuando vio a Therion, sus ojos empezaron a brillar.

- Buen hombre, ¿puedes ayudarme, por favor? Un monstruo salió de la nada y me hirió una pierna. Me fastidia preguntártelo, pero ¿tienes alguna uva curativa que puedas darme? - rogó el viajero.

Sí, Therion tenia uvas curativas: 21, para ser exactos. Sabía que su trayecto seria largo y fue a comprar (y a robar) provisiones antes del viaje. Las uvas curativas eran la medicina más básica que existía en Orsterra. Curaba heridas leves al instante y se usaba en infinidad de ungüentos curativos. Therion abrió la bolsa, sacó una de sus uvas curativas y se la ofreció al viajero. Este se la tragó sin masticar y la herida se cerró a los pocos segundos.

- Gracias, amigo. - le agradeció el viajero. - Me llamo Kit. Quizás debería practicar un poco más con la espada en la siguiente posada... Voy en busca de mi padre, que marchó cuando yo era un niño. No quisiera aburrirte con mi historia, así que gracias otra vez. Puede que nuestros caminos se vuelvan a encontrar pronto. - se levantó y siguió su camino, justo el contrario a donde debía dirigirse Therion.

Nuestro protagonista caminaba tranquilamente entre los vientos de las montañas áridas de la región del Acantilado hasta llegar a un arco de piedra natural que marca la frontera entre el Acantilado y el Bosque. Su objetivo era llegar a la ciudad de Nobiliaria. Para llegar, tendría que pasar por la región del Bosque y la de las Tierras Nevadas hasta llegar a las Llanuras, donde estaba su objetivo. Entraría entonces en el Bosque, cogería la Senda occidental de S'warkii, luego la Senda septentrional de S'warkii y así atravesar el Bosque. Se adentró en él y era como si hubiera viajado a un nuevo mundo. La tierra estaba húmeda y el verde predominaba hasta donde alcanzaba la vista, no como en el Acantilado, con sus colores rojizos y amarillentos y matojos secos por doquier. Agujas de luz conseguían atravesar las gruesas ramas de los arboles  que tapaban el cielo y lo llenaban todo de sombra. El aire era fresco y las flores brotaban por todas partes, pero Therion no se entretenía con esas cosas. Una de las características de ese bosque gigante era que estaba formado por un conjunto de bosques más pequeños, como Forestanegra o Bosquesusurro, de ahí su nombre.

Iba caminando plácidamente hasta que una flecha le rozó la punta de la nariz. Se paró en seco y miró en la dirección de donde procedía el disparo: Tres ratas del bosque salieron de entre los arbustos, todas armadas con arcos. En Orsterra, los animales también habían evolucionado, aunque a su manera: Algunos vivían en tribus, vestían hojas y otras cosas que hacían ellos mismos y cazaban con flechas, lanzas, espadas, etc. Therion se vio rodeado de repente, con las tres ratas apuntándole con flechas de piedra. Este trataba de analizar la situación, pero aún no se había recuperado del susto y eso le impedía concentrarse. Agarró la empuñadura de su espada, lo que provocó que las ratas tensasen más los arcos. Una de ellas se acercó a Therion y este arroja su espada a sus pies en señal de rendición, pero mientras ellas se fijaban en la espada cayendo al suelo, Therion sacó su daga y se la clavó a la rata en el cuello, convirtiéndola en polvo al instante (los monstruos morían de esa manera en Orsterra). Las otras dos se asustaron y dispararon a Therion, pero este lo había previsto y se agachó para esquivar las flechas. Se giró sobre si mismo y clavó sus ojos en las ratas del bosque, negras como el carbón, qué ya estaban recargando sus arcos. Therion recogió su espada y corrió a por la más lenta, que aún estaba cogiendo la flecha de su carcaj y la evaporó de un tajo lateral. La última rata se sobresaltó y disparó sin querer, hiriendo el hombro de Therion. Este soltó un quejido de dolor. La flecha no se había clavado en el, pero le había hecho un tajo profundo. Miró a la rata con dolor y rabia en sus ojos y esta comenzó a temblar, intentando coger otra flecha, pero se le resbaló entre sus zarpas. Therion aprovechó para abalanzarse sobre ella y la cortó de arriba a abajo por la mitad. Esta se convirtió en polvo y su arco cayó al suelo. El combate había finalizado. Therion respiraba aceleradamente mientras intentaba recobrar la calma. Tragó saliva y se guardó sus armas, pero al hacerlo, su herida se hizo notar como mil agujas en su piel. Puso la mano encima y esta se tiñó de rojo.

Octopath Traveler: Una Aventura, Ocho Historias [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora