La segunda historia: H'aanit, La Cazadora (II)

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Ya pasó un año desde entonces. En todo ese tiempo, el maestro tan solo me envió una mísera carta.

¡H'aanit! Soy yo, tu adorado maestro. ¿Me echas de menos? No te aburriré con con detalles sobre el clima o las estaciones. No en vano, ¿quién sabe cuándo te llegará esta carta?

Llevo tres meses siguiendo el rastro de la bestia que buscan los Caballeros Ardante. Una bestia llamada "Ojos Rojos". Al menos, es así como la llaman. No sé cuál será su nombre real... O si tendrá nombre real. Pero juro por el arco de mi padre que esta es la presa más irritante que jamás haya cazado. Elude todas mis trampas y, aunque pienses que estoy loco por decir esto... ¡te juro que puede presentir todos mis movimientos!

No sé si es inteligencia humana o puro instinto animal... pero, en cualquier caso, se niega a ser atrapada. Pese a todo, parece que la hemos molestado lo suficiente como para que se traslade a otra zona. A juzgar por su comportamiento, creo que pretende dirigirse hacia la zona de Petrófico.

Voy a ser franco contigo, pequeña, puesto que siempre has sido capaz de ver a través de mis excusas: La persecución va a ser dura y la cacería va a ser larga. Pero no temas, que acabaremos triunfando. ¿Has visto fracasar a tu maestro alguna vez?

Por tanto, mi querida aprendiz, tengo que pedirte que cuides de la aldea hasta mi regreso. Ah, y no te pongas en modo pesimista. Tu amigo y maestro, Z'aanta.


H'aanit se puso pensativa.

- ... El maestro nunca había admitido que una cacería sería difícil. O bien "Ojos Rojos" es la bestia más formidable del mundo... O pretende visitar todas las casas de apuestas de aquí a Petrófico. Pero no... Al maestro le gusta hacer el idiota, pero cuando se trata de cazar... Si dijo que atraparía a su presa, es que lo hará.

Linde comenzó a ronronear y H'aanit le acarició la cabeza.

- Sí, Linde. Lo sé. El maestro me confió la protección de la aldea. Ahora me debo a sus habitantes. Venga, vayamos a ver al anciano. Puede que alguien necesite mi arco.

H'aanit se dirigió a la casa del anciano del pueblo, la más apartada y grande. El anciano se encontraba fuera, tomando el fresco.

- Jefe, ¿en qué podría ser de ayuda mi arco?

- Vienes cada día en busca de trabajo. ¡A veces me pregunto si eres de verdad la aprendiz de tu maestro! Ahora en serio... No, no hay cacerías para hoy.

- ¿Y alguna otra cosa que pueda hacer?

- Bueno... Nunca está de más dar una lección a los jóvenes. Podrías llevártelos y que practiquen la búsqueda de rastros y el uso del arco. El clan de los Forestanegra poseía el conocimiento de bestias y árboles... Pero hoy, solo Z'aanta y tú podéis usar dicho conocimiento. Cuando yo no era más que un chaval...

- Sí, sí, ya he oído esas historias antes. Y ya sé lo largas que son.

- Je, je. La palabrería es el mayor vicio de un anciano, disculpa. Pero te estaría muy agradecido si te llevaras a los jóvenes de cacería. He visto a dos esperando en la plaza. Podrías empezar con ellos ya que parecían muy animados.

- Eso haré.

H'aanit se dirigió a la plaza y se llevó a los dos chicos de cacería. Les enseñó a luchar cuerpo a cuerpo, a distinguir las huellas secas de las huellas recientes, a predecir movimientos y a disparar con el arco. No lo aprendieron todo de golpe, faltaría más, pero se fueron mentalizando poco a poco. Volvieron más o menos hacia el mediodía. H'aanit estaba fresca como una rosa, pero los chicos estaban destrozados y cansados.

Octopath Traveler: Una Aventura, Ocho Historias [PAUSADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora