1~Un día como los demás

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Me desperté y volví a mirar la hora en el reloj de la mesita de noche como había hecho tres horas antes. Las cinco de la madrugada y seguía sin poder dormir. Decidí que lo mejor sería ir a dar un paseo, eso me relaja.

Me quité el pijama y me puse unos vaqueros y mi chaqueta favorita. Bajé a la calle y como siempre a esas horas no había nadie por allí.

Después de diez minutos caminando, llegué por fin. Me encantaba tumbarme de madrugada en la playa y ver como salía poco a poco el Sol. Todas las noches que no podía conciliar el sueño, iba allí, un sitio en la playa un poco apartado, dónde había dos grandes palmeras que daban sombra durante el día, y se movían por la noche.

Este era uno de mis sitios para estar sola y reflexionar, aunque es lo que la mayor parte del tiempo hago, estar sola. Y es que desde pequeña, no he hecho otra cosa que eso.

Me tumbé a la luz de la luna y traté de dormir allí, ya que se estaba más tranquilo, y lo conseguí.

No recuerdo cuántas, pero unas horas después me desperté. Debían ser las séis o algo así, porque el Sol ya estaba saliendo.

Se estaba muy bien allí, con el sonido de las olas que llegaban a la arena de la playa y las que se perdían en las rocas del acantilado que se alzaba a mi izquierda. También el aire húmedo de la brisa y... ¿los ladridos de un perro?

De repente vi aparecer de detrás de las rocas del acantilado a un labrador con una correa nudada al cuello, se lanzó sobre mi y me dio unos cuantos lametazos. Minutos después salió de donde venia el perro un chico. ¿Creéis en el destino? Porque desde ese momento, yo empecé a creer en él...

Cuando salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora