4~¿Vale la pena cambiar?

51 4 0
                                    

Cuando desperté eran ya las onze de la mañana. Me levanté y puse mi móbil a cargar porque me dormí con la música encendida.

Bajé a la cocina y me preparé una taza de leche con nesquik y fui al comedor. Ví a mis padres sentados en el sofá viendo un documental en la televisión y me senté en el sillón de al lado.

-Esta noche voy a salir. -les dije.

-¿Sí? ¿Con quién? -dijo mi madre al instante.

-Esta mañana me he levantado y he ido a pasear por la playa cuando aún dormíais, y he conocido a un chico muy simpático y he quedado con él y sus amigos. -contesté.

-Me alegro de que hayas conocido a alguien, hija. -dijo mi padre.

-Yo también. -añadió mi madre- ¿A qué hora te vas?

-Hemos quedado a las ocho en la plaza. -respondí mientras me terminaba el vaso de leche.

-De acuerdo, vuelve cuando quieras, pero no hagas mucho ruido que mañana tu padre tiene que madrugar.

-Sí tranquila. -contesté mientras volvía a mi habitación.

Durante el resto de la mañana, hasta la hora de comer, estuve leyendo un libro que me regaló mi tia cuando cumplí los 15 y que aún no había tenido ocasión de leer. Se llamaba "Canciones para Paula" de un escritor llamado "Blue Jeans" que según mi tia está de moda ahora.

A las dos me llamó mi padre para comer. Bajé a la cocina y ayudé a poner la mesa y luego devoré un plato de tallarines riquísimos que había hecho mi madre, y como siempre, estaban deliciosos.

Pasé las siguientes horas leyendo, porque aquel libro me estaba gustando mucho.

Cuando el reloj del comedor tocó las séis dejé el libro y salí a la terraza que daba a la playa y me senté en el sofá allí fuera. Mientras miraba las olas iluminadas por los últimos rayos de sol, tube tiempo para pensar.

Pensé en muchas cosas. Pensé en si Jonan aún se acordaría de mi. Pensé en Marcos. Pensé en cómo sería la gente a quién iba a conocer esta noche. Pensé en mis amigos de Galicia, aquellos que me hicieron feliz con su locura. Pensé también en los churros y el chocolate que me había acabado de traer mi madre.

Pero en lo que más pensé fue en lo que me dijo Marcos. Tenía razón con lo que me había dicho esta mañana, yo necesitaba ayuda. ¿Por qué se me había metido en la cabeza la idea de no hacer amigos? No lo sé. Simplemente que un día me dije, Cristina, no sirve de nada hacer amigos si luego los vas a dejar atrás, no vale la pena sufrir así. Desde entonces apenas había conversado con jóvenes de mi edad, sólo por lo que me pasó en Galicia. Y quién sabe, si no fuera porque me quise encerrar, la de cosas que hubieran pasado...

En ese momento, me dí cuenta de la suerte que tenía, podía tener amigos por todo el mundo, sólo me hacía falta darme cuenta de una cosa, y es que, sin amigos o alguien con quién confiar, me encontraba muy sola. "Así que de ahora en adelante, he de intentar ser más abierta a los demás, se acabó la soledad Cristina, se acabó, porque ya has compartido demasiado tiempo con ella." me dije, pero no me convencía aún, porque pensarlo es una cosa, hacerlo es otra.

A las siete y media empezé a prepararme para la quedada. Después de un buen baño de espuma y jabón, fui a mi habitación y me puse unos vaqueros de pitillo y una camisa a quadros con estilo americano y me calzé mis Vans. Regresé al cuarto de baño y después de una capa de maquillaje y un toque de rimmel. Cojí mi móvil y las llaves y salí en dirección a la plaza para conocer a los amigos de Marcos. Quién sabe, alomejor de aquella noche, saldría algo maravilloso que contar...

Cuando salga el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora