Capítulo 29: Libertad de Román

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Capítulo 29:
Libertad de Román

Dejo caer la cartera en el mueble de la sala, estoy agotada, con el teléfono en la mano voy directo a la cama

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Dejo caer la cartera en el mueble de la sala, estoy agotada, con el teléfono en la mano voy directo a la cama. Solo faltan tres horas para que amanezca y no he dormido nada. Ni me cambio de ropa, me tiendo sobre la cama y respiro despacio. Hay demasiadas cosas en mi cabeza, de camino hasta acá he hablado con mi madre por teléfono y la noticia que me ha dado ha sido la cereza del pastel. Los problemas de mi hermana están tomando un rumbo sin retorno, y ante eso tengo los brazos atados. Mi sobrino ha llamado de nuevo a mi madre para decirle que sus padres discuten de nuevo a puertas cerradas. Alida y yo no tenemos muy buena comunicación, pero aun así me tomé el tiempo de marcar su número mientras me encontraba al volante. Tenía la esperanza de que recapacitara sobre su situación, en cambio, recibí su amargura envuelta en sus típicas palabras. Ella niega hasta la muerte el maltrato que recibe de su esposo.

Las palabras de mi abuela Margarita comienzan a perturbarme, más aún porque toda esta situación se me escapa de las manos. Poner una denuncia no serviría de nada, no soy la víctima y mi hermana negando todo se convertiría en un expediente para ser archivado. El destino está girando como una ruleta rusa, y me ha puesto en una encrucijada. Mis problemas familiares pasan a segundo plano ante los problemas que involucran a toda la isla. Ahora con Asier secuestrado solo tengo que esperar a ver cuál es la siguiente jugada de esa chica llamada Beatriz, su hermano y Raquel. Y mientras moveré mis propias piezas en esa tabla de ajedrez.

Una llamada entrante se refleja en la pantalla del teléfono, es Román. ¡Qué extraño!, abro la llamada.

—Hola —digo dubitativa.

—Sí, soy yo, Nahir. —Me relajo al escuchar su voz, pero sigue pareciéndome extraño que tenga acceso a su teléfono—. Me dejarán en libertad, ya han comprobado mis orígenes, pero no me quieren dejar ir hasta que les diga todo lo que pasó. Nahir, yo no puedo...

—... mencionar el nombre de Beatriz Ferrer —termino de decir por él.

—¿Cómo sabes su nombre? —pregunta impresionado.

—¿Qué crees que he estado haciendo desde que te pusieron en custodia? —Lo escucho balbucear, pero no dice nada en concreto—. Te explico, Román, tu amiguita ha causado muchos problemas y muchas muertes. Así que vas a decirle al Cabildo todo, y a mí me vas a decir dónde la puedo encontrar. Por si no te has enterado, el equilibrio entre el mundo espiritual y el terrenal se ha roto, y supongo que tienes una buena idea de lo que eso significa.

—¿Es en serio?

—Sí.

—Bien, voy a declarar. —Silencio. Espero a que decida continuar con el sueño venciendo mis ojos—. Iré mañana a tu casa para decirte dónde encontrar a Beatriz, te ayudaré a resolver esto.

—Es lo menos que puedes hacer —digo en medio de un bostezo—. Dormiré un poco.

Cuelgo.

Mis ojos se van solos hasta una tenue oscuridad.

Médium. Espada de hueso (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora