Capítulo 28: Celebración y traición

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Capítulo 28:
Celebración y traición

Me han dado una grata bienvenida en la residencia de la familia Amaiz

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Me han dado una grata bienvenida en la residencia de la familia Amaiz. Han transformado el interior por completo, hileras de bombillas blanquecinas se entrecruzan desde la fachada de la casa hasta unirse a las ramas de los árboles que surcan los terrenos adyacentes como única luz en medio de una noche sin estrellas. Hasta la luna parece ocultarse ante esta velada. Una mesa tipo bufet se encuentra del lado este de la casa, hay algunas otras mesas redondas con una delicada rosa blanca en un florero de cristal esparcidas por el lugar. La mayoría de los invitados permanecen de pie en pequeños grupos entre risas íntimas y murmullos. El linaje de los herreros ha botado la casa por la ventana con esta celebración, delante de mí han desfilado como siete mesoneros ofreciéndome algo de tomar. Pero como no soy una chica activa en cuanto al licor, no he probado ni un trago desde que llegué hace más de una hora.

La señora María Eugenia no me ha hecho ningún desplante, todo lo contrario, hasta un beso en la mejilla me ha dado cuando llegué del brazo de su hijo. Lo que se me hace muy extraño, ya que no soy de su agrado, pero quizás ya sepa las revelaciones sobre la muerte de su hijo y para mayor veracidad Asier lo presenció. Él hace como unos veinte minutos me dejó sola entre todas estas personas para ir a hablar con su abuelo. Por lo que he buscado una mesa distanciada de todo para esperar. Sobre mí veo las ramas de un formidable árbol envueltas en pequeñas luces como si fueran luciérnagas. Toda la decoración que han colocado ha sido entre blanco y transparencias de cristal. Hasta los invitados han optado por vestir colores claros, blancos, cremas, perla... mi vestido es strapless en un tono blanco ajustado hasta la cintura, donde se despliega una tela en tono coral que cae suelta sobre mis piernas.

No he visto a Raquel desde que llegué, ella aún no se ha aparecido por aquí. Solo espero que no falte o realmente la familia Amaiz la cazará como si fuera un animal.

Antes de salir de mi departamento he recibido la visita de Ametz y Clarisa, que ahora se encuentran más juntos que nunca, atemorizados aún por quien los lastimó a ambos y las acciones que puedan tomar. No es para menos después de todo lo que ha pasado.

—Te han dejado sola —dice una voz detrás de mí que hace que se me erice la piel. Sería tonto pensar que él se mantendría oculto por más tiempo, pero sí me ha tomado por sorpresa su presencia.

—Hasta que apareces —expreso, sin girarme a ver su espectral rostro.

—Has conseguido liberar a Clarisa, ¿qué te ha dicho? —Siento su presencia a un lado, justo en la silla vacía que se encuentra muy cerca del tronco del árbol, donde apenas llega un poco de luz de las bombillas.

—Nada importante. —Giro la vista y me encuentro con su rostro descubierto. Ahora que su identidad ha quedado expuesta, el manto sobre su rostro no es necesario. Sus ojos claros están impregnados de una maldad destructiva que lo alimenta.

—¿Crees que soy tonto? —dice observando a las personas a nuestro alrededor que no se han percatado de su presencia—. Te has convertido en una piedra en el camino muy difícil de pasar, no vamos a permitir que te entrometas más en nuestros asuntos. Aunque tengo que agradecerte por haber sido partícipe de la captura de la familia Hidalgo. Son personas muy malas.

Médium. Espada de hueso (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora