1 ~Un comienzo significativo.

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Abro los ojos poco a poco, encontrándome con la misma habitación aburrida de siempre. Las ventanas se encontraban cerradas y estaban cubiertas con unas cortinas de color vino las cuales evitaban que el sol entrase aunque éste ni siquiera saliera en estos días lluviosos y fríos.

Me levanto de mi cama pensando positivamente en respecto a la escuela pues no tenía ganas de ir. Luego de ponerme la ropa que ya había alistado desde la noche anterior, cogí una bufanda y la coloque alrededor de mi cuello, enseguida me acerqué a aquel espejo de cuerpo completo que estaba a un lado de la puerta de mi habitación, acomode mi cabello y después de eso salí para dirigirme a la cocina.

-Hola, mamá.

-Hola, hijo, ¿vas a desayunar o ya te vas?

-Mmm... -Hice una breve pausa observando la hora, faltaban diecisiete minutos para la entrada a la escuela, tiempo apenas suficiente para llegar. -Se me hace tarde, ya me voy. -Dije luego de haber tomado la decisión. Mi mamá asintió y me dio una sonrisa.

Salí de la casa, comencé a caminar hacia aquella cárcel conocida más bien como escuela. Al cruzar la calle vi un auto el cual avanzaba un tanto rápido, logré distinguir unos delgados labios y unos hermosos orbes color chocolate dentro de éste, esas facciones me resultaban conocidas...

«-Debemos alejarnos, no debemos estar juntos.»

Esas extrañas palabras golpearon mi mente. Enseguida fue como si todo se hubiera detenido. Quería moverme, quitarme de el medio de la calle para que aquel auto no tuviese dificultad alguna para poder pasar por ésta pero mi cuerpo no reaccionaba, en tan solo un abrir y cerrar de ojos aquel auto ya había chocado contra mi delgado cuerpo. Cerré los ojos al sentir dicho impacto y luego, ya no tuve conocimiento alguno de lo que procedió.

Si tan solo hubiese sabido que éste iba a ser el último día, hubiera tomado cuentas en el asunto y habría hecho muchas cosas la semana anterior porque así somos los humanos ¿no?, tan estúpidos. Siempre arrepintiéndose de lo que no hicieron por ciertos motivos poniendo pretextos como "mañana tendré tiempo de hacerlo", " Lo haré después", entre otros más.

[. . .]

Lentamente, abro los ojos encontrándome en un lugar desconocido, para ser más específico, era una habitación amplia que a diferencia de la mía, era blanca y las ventanas no estaban tapadas con cortinas, al contrario, dejaban que entrara la poca luz del lluvioso día; enfrente de la cama había una puerta y a un lado de la cama habían unas mesas de noche con encima lámparas, una mesa de cada lado de la cama, y al lado izquierdo de ésta yacía un escritorio color café, parecía de madera, con encima otra lámpara, lápices y bolígrafos, en el suelo habían tirados papeles. Justo a un lado de aquel escritorio, se encontraba otra puerta. Comencé a sentirme alarmado por no saber dónde estaba o con quién pero de lo que sí estaba seguro era de que no estaba en un hospital. Traté de levantarme de aquella cómoda cama pero un punzante dolor se hizo presente en mis costillas, hice una mueca de dolor mientras me quejaba de aquello y ponía una de mis manos en mis costillas. Alguien entró por la puerta que estaba a lado del escritorio, miré a ésa persona quien ahora recordaba: era la persona con finos labios y ojos color chocolate; vaya que de cerca era perfecto. Solo me dedique a observar cada movimiento que éste hacía, hasta que por fin él decidió hablar rompiendo aquel silencio.

-Veo que despertaste. Estaba preocupado, no quería que muriera una persona como tú. -Sonrió mientras me miraba y terminaba de acercarse a mí. Puso sus manos en mis hombros tirandome hacia atrás con sumo cuidado de no lastimarme, obligándome casi a permanecer acostado. -Aún duele ¿no? Apenas han pasado unas horas, tu cuerpo aún no ha sanado así que debes permanecer en reposo. Por lo pronto te atenderé y cuidare, no quiero que nada malo te pase además de lo ya ocurrido y también te vas a quedar aquí hasta que sanes por completo. -Su tono de voz era suave, calmado y amistoso pero su voz en sí era grave.

En esos momentos aquellas palabras que habían llegado a mi mente justo antes de que el auto chocara conmigo volvieron a invadir mi mente, su voz era tan parecida a la de aquella boca suave que pronunciaba dicha oración.

-Gra-gracias.

-No tienes que agredecer por haberte atropellado a menos de que quisieras morir, pero repito, una persona como tú no debe morir.

-No agradecía por eso, agradecía por cuidarme y... -Fruncí el ceño ¿por qué decía eso? -... ¿Por qué no debo morir? ¿Qué tipo de persona crees que soy?

-Ah, bueno, no es nada. Eres una persona interesante, con solo verte parece como si fueses un niño pequeño y tierno pero supongo que no lo eres a juzgar por tu edad, en concreto pareces una persona amable.

Silencio. Aquella habitación se lleno de eso si no fuera por el ruido de la lluvia golpeando la ventana. Yo en definitiva no era así como él lo planteaba tal vez llegué a ser así cuando era pequeño, una alma pura, amable y era muy tierno pero ahora ya no era así.

Por unos momentos presté atención a mi vestimenta la cual creí tener la misma con la que había salido de casa pero me sorprendí cuando me di cuenta de que no era así. Tenía un pantalón flojo, una playera que al igual que el pantalón me quedaba floja y un suéter bastante cálido.

-¿Qué le sucedió a mi ropa?

-Estaba sucia, te la quité y la lleve a lavar. Te puse ropa mía ya que no tenía más y perdón porque te quede floja, en verdad eres un poco más delgado que yo. -Un leve rosa apareció en sus mejillas.

-Bueno... está bien, gracias. No debiste hacerlo. -Él solo negó como respuesta. -¿Cuál es tu nombre?

-Me llamo Min YoonGi.

-Soy JiMin... Park JiMin.

-Eres un estudiante ¿cierto? -Asentí con un movimiento de cabeza. -Eso quiere decir que soy mayor que tú.

Me sorprendí ante eso. Parecía joven. Incluso un poco más joven que yo.

-¿Tienes hambre, Jimin? -Dudé un poco, no tenía hambre a pesar de que no había desayunado nada antes de salir de casa.

-No...

-¿Necesitas algo? -Negué. -Si lo necesitas, solo dime. -Nuestra conversación se vió interrumpida por un sonido de algún celular. Él sacó su celular de una de las bolsas de su cazadora.

-¿Si?... estoy ocupado ¿puede ser luego?... está bien, gracias... -Luego de eso, solo se dedicó a asentir. -Lo siento, tendré que irme por unos momentos ¿podrías permanecer aquí descansando? -Solo asentí con un ligero movimiento de cabeza. Sabía que sus intenciones no eran malas para nada y por una extraña razón me hacía confiar en él.

Salió de la habitación dejándome solo, volví a inspeccionar aquella habitación blanca. ¿Por qué había decidido traerme aquí en lugar de ir a dejarme en un hospital?

Min YoonGi.

¿Qué acababa de hacer? «Siempre distraído» me regañe a mí mismo por eso. Luego de salir de aquella habitación, camino por aquel largo pasillo repleto de fotografías que dolían pues en ellas estaban algunas de mis antiguas parejas y mi familia. Mi pasado no ha sido del todo bonito, tal vez soy solo un tonto que conserva fotos que le hieren. Después de atravesar aquel largo pasillo, pasar otras habitaciones más y bajar al primer piso de mi casa, salí de ésta.

Volví a subir al auto con el que había atropellado a aquel chico de nombre Jimin el cual incluso antes de que me dijera su nombre ya lo sabía; dispuesto a ir a la empresa que me pertenecía para arreglar los problemas que se habían presentado.

Cuando nuestras vidas chocaron [MYG×PJM].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora