Aranza 0.2

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Aranza llevaba ya veinte minutos esperando cuando Thomas al fin llegó. Para adelantar había sacado sus cuadernos y libros de física, pero solamente lo hacía como por cualquier cosa, dado que seguía sin entender nada.

Estaba sentada en una mesa apartada de las demás, pegada a la pared y rodeada de plantas decorativas; habían acordado verse en un local que frecuentaban siempre, era, para ellos, el mejor café a las afueras de la ciudad.

Para Thomas y Aranza como el café de allí difícilmente encontrarían en otro lugar.

Era de tarde y no había tantas personas como generalmente solían haber, pero le agradó la situación, puesto que estaba a punto de hacer un gran esfuerzo por concentrarse en un tema de clases y lo menos que quería en ese momento era un montón de personas hablando aquí y allá.

Thomas al entrar la divisó entre el mar de mesas casi de inmediato, y cierto era que no frecuentaban esa mesa, pero bueno, así era la percepción de su amigo.

—Siento haberme retrasado tanto —se lamentó su amigo sentándose frente a ella—, ni te imaginas lo que tuve que hacer para venir y ayudarte con tu tarea...

—Vaya —dijo Aranza silbando—. Hoy eres el rey del drama...

—No, no. ¡Es cierto! —exclamó el joven, abriendo los ojos ante ella—. Verás, tuve que escaparme.

Aranza estaba buscando un lápiz extra para facilitárselo a Thomas cuando abrió los ojos como platos volviéndose rápidamente hacia él.

—¿Escaparte dices? —Estaba desconcertada, ciertamente aquello le extrañaba, pero por otro lado estaban todo este montón de cosas que le ocurrieron a Thomas esta mañana en el colegio, tampoco había olvidado que un video de pelea ahora rodaba por Instagram y bueno, vete a saber dónde más—. ¿Por qué te escaparías?

Le había sonreído a Thomas como todas las veces que le sonreía al verlo luego del día anterior, lo hizo como siempre lo hacía y lo haría, y de la misma manera él siempre le respondería con la misma sonrisa.

Y lo había hecho ahora, sí. Pero se dio cuenta de su cara, de sus ojos algo rojos y un poquito hinchados, esa era la huella dejada por las emociones y sentimientos del día; sabía que había estado llorando, y él ya no brillaba como acostumbraba a hacerlo, no irradiaba esa energía que brotaba de él cuando quería hablarle de algún libro que leyó, o de sus expectativas con la adaptación de tal libro en el cine.

Simplemente parecía una sombra gris.

—Oh —dijo Thomas sonriendo tan de repente de dejó abrupta a Aranza, ella hizo un gesto interrogativo con la cara y Thomas simplemente señaló hacía el techo con los ojos, o puede que haya sido el aire o algún punto indefino o cualquier cosa que ahora no es importante, pero Aranza entendió; de alguna parte del local sonaba una canción.

Aranza pudo identificarla porque Thomas había hecho que la escuchara hacía ya una semana. Se llamaba «Blissing Me» de una cantante llamada Björk, que era una de las favoritas de Thomas.

Era una balada hermosa y romántica, la canción hablaba prácticamente de dos seres enamorados... más que una canción era poesía lo que cantaba aquella mujer.

Pero Aranza no se distrajo.

—¿Por qué te escapaste? —insistió.

—No querían dejarme salir por... bueno, por todo lo que pasó hoy en el colegio, la verdad.

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