-¡Maldito sea! –gritó Aranza Montenegro.
Se preguntó, por decimotercera vez, por qué cálculo de física era tan difícil. Agradeció estar sola en su casa, porque de no haber sido así, seguramente su madre la habría escuchado, habría llegado corriendo y entrado a su cuarto quizá más rápido que un rayo, la habría abofeteado e insultado, y luego, le habría dicho que era una Montenegro, llevaba un buen apellido, «El mejor de los mejores», como siempre solía decir ella, y que ninguna asignatura era lo suficientemente difícil para un Montenegro.
Que hasta Miss Doll, su pequeña cachorra, lo resolvería.
Luego, ella simplemente, en lo más profundo de su mente, mandaría a su madre a la mierda.
Sí. Eso habría pasado si tan solo su madre hubiese estado en casa. Pasaba que la mujer medio insoportable era.
En aquellos momentos estaba trabajando, y apenas sí tenía tiempo para Aranza; cosa que de una extraña forma odiaba y agradecía a la vez.
Oyó a Miss Doll corretear por la alfombra persa de su cuarto, y empezó a ladrar, le gritó que se callara, y el animal chilló humillado correando hasta un rincón de su habitación, lejos de las agresiones de su dueña.
Frustrada, ella también chilló; no podía resolver toda esa mierda, era muy complicado.
Desearía tener más la mente de su hermana mayor, Emily, y tal vez muchas otras cosas que ella poseía. Su madre decía que Emily era perfecta, que todo lo que tocaba era perfecto, ¿y por qué coño no la tocaba a ella y la volvía perfecta también?
También deseaba desesperadamente tener la mente de su mejor amigo Thomas, de modo que ella también podría estar en el aula de la élite, dándole ánimos para que se sintiese mejor en ese lugar y tuviese una amiga cerca.
A ver, el ejercicio le pedía calcular la constante X, y la variable, ¿qué era eso, algo que variaba? Sí, seguramente. Y, ¡vamos! ¿Quién diablos sabía cuál era la solicitada constante X?
Decidida y con todas sus fuerzas fulminó las hojas del cuaderno con la mirada, esperando que éstos se apiadaran y se resolvieran solos. Vaya decepción se llevó cuando aquello no ocurrió.
Sabía que iba pésimo en clases, y el nerd al que le había pagado para que le hiciera todas sus tareas, se había ido de vacaciones a una Isla porque había terminado el curso antes de tiempo, en serio, ¿quién se iba de vacaciones incluso antes de que éstas comenzaran?
Era tan patético. Era entendible porque no tenía amigos.
Pensó en llamar a Thomas, él probablemente sabría acerca del ejercicio. Bueno, probablemente no, el muy idiota era uno de los tantos genios que pululaban en aquel colegio. Debía saber.
Lo que Aranza no terminaba de saber era cómo es que ella seguía allí.
Tomó su celular de un extremo de su escritorio de trabajo y le marcó a Thomas, repicó tres veces, luego tomó la llamada y escuchó su voz al otra lado de la línea.
—¿Hola? —contestó una voz entrecortada.
—¿Thomas...? ¿Está bien? —aunque eso no era lo que quería preguntar no pudo evitarlo, o era la línea o no estaba escuchando bien, porque casi segura estaba de que Thomas se oía con la voz ronca, como si hablara con la garganta apretada. Volvió a hablar más suavemente—. ¿Qué ocurre?
—El colegio que dirige tu abuelo, esta maldita casa en que, me parece, cada vez respiro menos, los alumnos de aquella porquería... ¿qué no ocurre, Aranza? –le escuchó gritar, así como ella lo hacía, con frustración y rabia pura.
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Paraíso Oscuro
Fiksi RemajaSan Ignacio es un colegio lleno de estudiantes ambiosos y codiciosos, dispuestos a todo por el mejor de los futuros, por eso Thomas, junto a cinco jóvenes más, tendrá que hacer todo lo posible para terminar un bachillerato lleno de burlas, trampas...