Paraíso Oscuro

Thomas 0.3

—No entiendo por qué tienes que llevarme y recogerme al colegio. —Espetó Thomas cerrando de un portazo la portezuela del auto del asiento copiloto.

—¿En serio? Pensé que lo entendías —comentó su madre deslizándose al interior del asiento conductor de igual manera—, digo, ¿eres consciente de que ayer te escapaste saliendo por tu ventana, no?

Thomas resopló. Se preguntó cuánto tardaría que su madre superase el que él se hubiese escapado la noche anterior. No le veía lo dramático al tema porque, la verdad, no es como si se escapase todos los días o una vez por semana. De hecho era la primera que lo hacía.

Los jóvenes se escapan a la edad de Thomas, y encima se escapó por razones diferentes a las que suelen escaparse los adolescentes retenidos en sus habitaciones. Era un tanto dramático e injusto por parte de su madre.

Sabía que ella no creía del todo en él, y que cuando él decía «ir a estudiar con Aranza» puede que ella estuviese escuchando «ir a verme con un chico». No confiaban para nada en él, como si no supiesen lo que tenían de hijo. Eso le dolía.

—Si me hubieses dado elección a lo mejor ni lo hago —masculló Thomas aferrándose a su mochila reposada en su regazo.

—¿Qué dijiste? —preguntó su madre sacando el auto del enorme garaje que había sido remodelado el año pasado. La voz de Thomas puede que haya sido amortiguada por el ronroneo del motor y de seguro no lo escuchó.

Thomas se giró para mirarla.

—Que no me estás dejando más opciones, mamá. —Siseo, lo más amargamente que pudo, luego se preguntó si acudir a ese tipo de conductas tan temprano por la mañana sería saludable, y más con su madre; ciertamente había empezado de la peor manera el viaje al instituto.

Si no hubiese estado al volante la mujer posiblemente le habría dedicado una de esas miradas las cuales Thomas había heredado.

Eran mortíferas a dados niveles, por supuesto.

Naturalmente la mujer no desperdiciaría algo como aquello, un gesto tan pronunciado como ese era un gesto. Su madre decía que las personas solemos pasar desapercibidos los músculos de la cara, que a veces ni se nos ocurre que tengamos músculos allí, de manera que partidaria era ella del lenguaje de las expresiones faciales y lo que éstas transmitían.

Se le daba bien dedicarle a Thomas esa mirada acompañada de los gruesos labios apretados, esa arruga disimulada a medias por las mascarillas de maquillaje y tratado por máscaras de lodo que se pronunciaba y se elevaba del pómulo a la nariz. Sólo y únicamente eso era lo que él recibía de su madre.

—Mira, Thomas. Ayer te dijimos tu padre y yo expresamente que no queríamos que salieras porque...

—... ¡pensaste que iría a verme con un chico! —exclamó Thomas de pronto, percatándose de que iba en el coche con su madre, que su energía explosiva parecía salir de sus poros y rebotar contras las paredes del auto, esparciendo su ferocidad en el espacio tan cerrado, tan justo y que de pronto se hacía tan apretado...

Fue consciente de su madre poniéndose roja, pues acostumbrada no estaba ella a la mención de «los chicos» en cuanto a si referirse a Thomas se tratase.

Sabía que su hijo era gay, por supuesto, pero pretendía no pillarlo.

Estaba avergonzada, quizá, por la mención que él acababa de hacer.

—Thomas...

—Thomas nada, mamá. —Thomas se enderezó en el asiento y fijó la mirada al frente, clavándose en la autopista que se extendía vasta y prolongada delante de ellos... sostenía la mirada allí, en el asfalto, sí, pero... lo hacía más por la cuestión de un sustento, de un apoyo, que porque le interesase realmente mirar la carretera. Sentía que debía tener la mirada clavada en algo, porque si mirada a su madre no tendría el valor y se echaría a llorar—. Estoy harto de papá y de ti también. —Seguía mirando al frente, tenso, pero ahora hablaba más tranquilamente, más bajo—. Estoy harto de que siempre se estén metiendo conmigo y mal poniéndome en sus cabezas; yo no hago nada de esos de los que ustedes piensas... porqué sé lo que piensan. Estoy harto de que no confíen en mí, que... ¡maldición! ¡Que no me hayas creído que te dije que iría a explicarle a Aranza física cuando eso hice!, ¿debo conseguirte las grabaciones del sitio al que fuimos, acaso?