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La unión entre la pared y el piso se volvió nuestro lugar favorito. Nos la pasamos todo lo que podemos ahí.

Fui a averiguar un corte de pelo para él. Cuando llegué no se podía respirar en el salón, así que ayer tomé unas tijeras y le corté todo lo que pude de pelo con cuidado. Quedó desigual, pero ahora está fresquito.

Miro la hora y son las dos de la tarde. No puede estar haciendo más calor.

Mejor nos vamos de vacaciones al infierno. Capaz que allá está más fresco.

No prendo el aire acondicionado porque si nos quedamos en el viento helado mucho tiempo nos vamos a enfermar. Y lo único que hace falta es que el perro se enferme a tan poco de irnos.

Ya tengo todo listo. Solo falta esperar el día de la fecha para subirnos al avión y desparecer un rato.

Mantengo su plato de agua al borde. El pobrecito no tiene otra forma de refrescarse.

Vive con la lengua afuera y la panza arriba.

Espero que la temperatura baje. Yo la soporto, pero él no tanto.

BESOS DE HOCICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora