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La temperatura bajó y salimos a recorrer la ciudad entera en busca de un buen abrigo para él cuando vi el clima de nuestro destino. No sé por qué se me ocurrió ir en esta fecha. Ahí no pasa de los 3°C, por eso decidí que pasaríamos unos días más al sur.

Viendo el pronóstico me arrepentí tanto de su corte de pelo.

Hipotéticamente ya tenía todo listo, solo que no había tenido en cuenta las bajísimas temperaturas de allá. Así que alisté un par de cosas más en nuestro equipaje como el carrito de bebé termico prestado y abrigos para él.

Vaya, qué malcriado.

Nuestro vuelo salía a las dos de la madrugada. Cuando fui a presentarme para subir al avión me preguntaron si él iba como equipaje en la bodega. Ni a punta de pistola dejaría que lo pusiesen ahí. Recuerdo que una vez olvidaron encender la calefacción y le devolvieron la mascota tiesa al dueño. Yo no me arriesgaría.

Y por eso compré un pasaje particular para él.

También me dijeron que tendría que adormecerlo para la comodidad de los pasajeros. Gracias a que sabía que esto podía pasar tenía las gotas preparadas.

Él fue intranquilo sobre mi regazo y yo observándolo atentamente sin pestañear.

Creo que fueron las horas más angustiantes de mi vida.

La desesperación me partía en dos al verlo temblar.

Por suerte ya terminó. Ahora estamos esperando que se desocupe un taxi en la salida del aeropuerto a plena luz del día.

Eso sí, hace mucho frío.

BESOS DE HOCICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora