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| K U C H E L |

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| K U C H E L |

Un grito chillón inundó toda la casa, parecían agujas ser incrustadas en mis oídos, dejándome sorda. Uno de los bebés había despertado asustado al parecer. Me removí en la cama, tocando el frío lado, Frank no llegaba del trabajo y aquello me preocupaba. Tenía miedo de que este metiéndose en líos.

—Leila, Levi... —murmuré adormecida—. Silencio...

Escuchaba desde el lugar donde me encontraba, que los gritos no iban a callarse. Las cunas mecedoras se movían, junto al sonido de los sonajeros que estaban pegados allí. Pensé por un momento que se distraerían viendo a su pececito azul danzar frente a ellos, pero no.

—Ya voy, ya voy —murmuré.

Empecé a caminar a la habitación adormecida, no tenía energía ni siquiera para ponerme las pantuflas. Tener bebes y criarlos era un trabajo arduo y más al saber que eran dos retoños de tres meses de vida. Al llegar, observé que la ventana se encontraba abierta de par en par. Quizás una brisa demasiado fuerte la había abierto, pero proseguí a cerrarla, la noche era muy helada. No dude en acercarme a mis bebés, observando que ambos estaban con las mejillas coloradas y los ojos llorosos.

—Tranquila —murmuré agarrando a Leila. Esta misma se encontraba temblando entre mis dedos, era tan pequeña que Julie e Isaac tenían miedo de agarrarla—. Mami ya está aquí.

Me quedé meciéndola entre mis brazos un largo rato, mientras escuchaba a Levi llorar en la otra cuna.

—Les traeré la leche, ya vengo.

Empecé a caminar a la cocina, una vez que deje a mi hija en la cuna. Me sentía demasiado cansada, ya no podía tener una conversación sin pelear con Frank. Sabia que amaba a sus hijos, que daría su vida por ello, pero él nunca estaba. Su ausencia me enojaba en estas circunstancias, él debía ayudarme, como todo buen padre. ¿No?

Escuché el vidrio romperse, luego de que los bebes que callaran. Eso hizo que mis nervios aumentaran y mis pies se dirigieran a la habitación. No me importaba dejar la estufa encendida y la leche a hervir.

—No, no, no —murmuré al ver las dos cunas vacías. No podía ser posible, estaba con ellos hace cinco segundos.

Pasé ambas manos por mi rostro, mientras trataba de mentalizarme en que estaba en una pesadilla. Ya había tenido una anteriormente, era igual de desesperante. Pero mis pies al pisar el cristal, aquel dolor puntiagudo era real, no estaba en un sueño, no estaba dormida y tampoco podría despertar con mis bebes.

Era real. Este dolor, era real.

— ¡No! —exclamaba, mientras buscaba por la ventana algún signo de vida.

No podía ser que mis bebes simplemente se esfumaran, sus llantos no se escuchaban y la desesperación en mi hacia que empezara a dar vueltas. No sabía qué hacer. No podía reaccionar que mis niños habían desaparecido. Me los habían robado.

— ¡Frank! —exclamaba, mientras corría a mi habitación.

Busqué el celular por todas partes, mientras sentía el corazón salir de mi boca. Al encontrarlo, lo agarré temblorosa, escuchando que en la cocina había una explosión.

— ¿Qué mierda...? —aquella voz.

Sin titubear, corrí hacia la sala. Allí se encontraba él, mirando todo el desastre que estaba en la cocina.

—Frank... —murmuré llorando.

Este mismo me miró confundido, como si tratara de averiguar qué me pasaba por la cabeza.

—Se los llevaron —comenté—. Se llevaron a Leila y a Levi...

Lo vi mirarme, el color de su cara había desaparecido y su expresión enojada cambio a una neutral. Vi su mano aflojar el agarre de un maletín que tenia entre sus dedos, uno que utilizaba para hacer el papeleo de una editorial.

—Se los llevaron —murmuré nuevamente.

Aquello fue un golpe duro para ambos. Sentí una brisa a mi lado, al ver que corría a la habitación. Exclamaba sus dudas de dónde estaba cuando se los llevaron y por qué tardé en ir. También en por qué no me había dado cuenta de la ventana y que era una idiota por no revisar los lugares oscuros. Coloqué ambas manos en mi rostro, escuchando cada palabra que decía. No podía defenderme en esos términos, una parte de mi había desaparecido por completo.

—Mis bebes —murmuré para mí misma.

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Pain ❥ᴋᴜᴄʜᴇʟ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora