08┇OCHO

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| K U C H E L |

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La entrega de honor se hacía en medio de un gran campus, a las afueras del edificio. El lugar parecía una olla, por la estructura de la tierra. Frank se mantenía nervioso por su insignia o eso parecía, no dejaba de dar leves saltitos en el lugar, con la palabra: "cálmate".

—Si no te calmas, te calmare yo —amenacé.

La relación de nosotros había progresado en estos años, hasta ser muy íntima en el sentido de secretos. Ambos ya teníamos 18 años, por lo que recibir la entrega de honor era como un diploma eterno. Se supone que mis hijos debían seguir con esa herencia, de mantener el gran honor a la familia. El pensarlo hacia que mis ganas de tener bebés aumentaran. Yo y Kenny somos mellizos, por lo que la herencia genética de ese número, era muy posible en mí.

—Deja de tocarte el estómago, otros creerán que quieres ir al baño.

La voz de aquel tipo, hacía que mis ganas de tener niños se fueran al caño. Sabia de su conocimiento del tema, yo se lo dije, pero que lo usara de forma de chistes no lo toleraba.

— ¿y si quiero al baño con algún chico a formar lo que quiero? —pregunté.

Lo vi mirarme de reojo, con un sentimiento de celos. Amaba hacerlo emanar aquella emoción. Era como la venganza perfecta y justa.

—Tsk...

El presentador y vocero de la elite, se paró en medio de una tarima con una sonrisa ladeada. Dylan Smith, hombre de cabellera rubia clara, con orbes verdes y un gran ego que se hacía ver por todo el lugar. Tenía dos hijos egresados junto a nosotros, los más inteligentes del lugar y una gran capacidad física como la de Frank.

—Queridos hijos de la muralla. —una mierda de nombre, según Frank—. De sangre real y no real, sois bienvenidos a formar parte de una de las cuatro secciones de Hiddark. Llegar a ellas son el resultado de los cuatro años aquí, donde pudieron explorar sus capacidades y la lealtad de nosotros. Ya sabrán que la primera fila se la gana la Legión con los ataques cuerpo a cuerpo y su manera audaz de sobrevivir cada misión, un escalón más tenemos a los policías militares, con el poder de proteger cada instituto; y por último las tropas estacionarias, allí sólo entraran las personas con un CI elevado, ya fueron avisadas cuáles. Para finalizar el círculo de la Élite, se seguirá planeando los postulantes de sangre real, para que ellos puedan liderar el día del mañana.

La mayoría de las personas aplaudía, menos algunos que no apoyaban mucho esas normas, pero no les quedaba elección.

—Cómo pudieron ver, lamentamos la perdida en uno de sus compañeros años atrás. Pero las reglas son las reglas y...

Colocó su gran mano sobre el micrófono, al ver que una persona le pedía hablar con urgencia. Sus dedos contenían varios anillos elegantes y los cuales en alguno no tenía el de casamiento. Parecía confundido ante la charla que tenía con uno de la elite, una noticia que le caía mal parecía ponerlo incómodo.

—Hablando de eso —volvió a comentar—. Dos jóvenes de clase real entraron al santuario norte hace...

—Vamos —murmuró Frank en mi oído.

Sentí su agarre en mi brazo, mientras empezábamos a apurar el paso entre las personas. Su idea de ponerse cerca de la puerta del comedor, era astuta.

—Frank Fairchild y Kuchel Ackerman —comentó el señor Smith, con una voz grave y preocupada.

—Estamos muertos —murmuró, parando de golpe su corrida.

La policía militar nos había rodeado.

Mis muñecas me dolían, al ser tensadas por una cuerda gruesa y áspera. Frank y yo nos encontrábamos sentados con la mirada gacha.

—Seremos directos —murmuró un hombre. Frente nosotros se encontraban tres sujetos, uno de la rama más profunda de la elite, otra era la cabeza de los Hiddark y el último era mi padre—. ¿Cuándo entraron y qué saben?

Me mantuve quieta en mi lugar, sintiendo el sonido de la marea romper contra el barco. ¿Este miedo sentía el chico al ser llevado? Si seguía aquí sentada, no tendría bebés o alguna boda decente. No me interesaban las misiones y el rango que nos ofrecían, sólo quería una familia.

—Yo... —empecé a comentar.

—Leímos los informes del chico que desapareció —comentó Frank rápidamente. Levantó la mirada con el ceño fruncido, una que aparecía normalmente para generar incomodidad.

— ¿Qué más? —indagó la cabeza de los Hiddark.

Mi padre mantenía la vista a otro lado, como si ya supiera de mi destino con anterioridad.

—Sólo eso. Teníamos curiosidad de su desaparición.

Los hombres no se veían satisfechos con la declaración, parecían enojados por nuestra mentira. Si sabían que teníamos conocimiento sobre la rama oculta y su idea sobre el futuro de Hiddark, nos matarían ellos mismos.

—Agarraron el libro de la Elite —añadió mi padre—. Digan dónde la escondieron y perdonaremos su vida.

Escuchar esas palabras de mi padre, hacían que mi corazón se encogiera. ¿Cómo podía ser así con su hija? A veces, sentía que el honor sólo era una palabra estúpida. ¿Para qué tenerlo si tratarás así a tus hijos?

—Revisa al chico —mandó el integrante de la rama desconocida. Tenía un logo en su camiseta, eran un escudo con espadas.

Empezaron a revisar a Frank con poca delicadeza, mientras dentro de su camiseta estaba el libro que buscaban. Había pensado que lo tenía Isaac o Julie, ellos lo habían guardado.

—Por esto, tendrán que pagar con su vida.

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Pain ❥ᴋᴜᴄʜᴇʟ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora