11┇ONCE

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| F R A N K |

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| F R A N K |

— ¡Pensé que éramos amigos! —exclamó Kenny.

Mi mirada se tornó seria, mientras mis puños permanecían apretados, conteniendo mi cuerpo a no actuar por el instinto. Sabía que esta mirada lo ponía nervioso, hasta tal punto de no mirarme a la cara. Según él, tenía doble personalidad, pero en mi opinión eran tres. Una desinteresada, otra seria y la tercera empalagosa por Kuchel.

—Pensé que podía confiar en ti... —prosiguió con un leve temblor en su habla.

Reprimí una sonrisa, mis ojos sólo se concentraban en matar los de él. Llevaba un saco negro, era uno viejo para mi suerte. Era perfecto para la ocasión.

— ¿Qué podía esperar de un idiota como tú? —añadió con sarcasmo.

Abrí levemente los ojos ante su comentario, ¿Yo, idiota?

— ¿Qué mierda dijiste?

Sin esperar a que me respondiera, mi puño no tardó en rozar con su mandíbula, provocando que un fino y punzante dolor nazca desde la punta de mis dedos. Mierda que me dolió. Al enderezar mi cuerpo, no me di cuenta de su movimiento con su pie, incrustando una patada en mi estómago. Un chasquido de lengua escapó de mis labios, sentía que mi costilla ya era parte homogénea de mi pulmón.

No quise detenerme a esperar otro maldito golpe, por lo que mi brazo rodeó su cuello, apretando para hacer una especie de llave. Sentía uno de sus brazos golpeándome el hombro, mientras mi mirada solo se centraba en cómo él trataba de recobrar el aire.

—Oficina dos —susurró ahogado—, oficina dos. Me estas ahogando, imbécil.

Miré el suelo con el ceño fruncido. Habían cambiado de oficina los papeles, necesitaba obtenerlos con rapidez. Pero primero debía hacer más creíble esta pelea con Kenny. Abrí los ojos, mordiendo mi lengua al sentir como sus dientes se incrustaban en mi mano. Era un dolor horrible, como si quisiera arrancar un pedazo de carne.

— ¡La put...!

Lo solté, alejándome de él. Miré rápidamente mi mano, tenía un hilo de saliva recorriendo el dorso y otro en la palma. Me había dejado una marca horrible el idiota.

— ¡Me mordiste! —exclamé irónico.

La limpié en mi pantalón, para así ir corriendo a él. Traté de tirarlo al suelo, pero mi falta de práctica en la lucha de cuerpo a cuerpo, hizo que él tome ventaja y me tire primero, colocándose sobre mí y golpeándome sin piedad. Joder, se lo toma enserio.

— ¿Qué estas planeando con esos documentos? —preguntó lo más bajo que podía.

—Te lo diré luego —comenté.

Formé un refugio con mis brazos, esquivando sus golpes más fuertes como podía. Me dolía las costillas, pero la adrenalina hacia que aquellas puntadas sean escasas y las ganas de romperle un diente fueran mayores.

—Sigamos peleando —agregué.

—No hay problema.

Al verlo parar un poco por el cansancio, lo tiré al suelo, empezando a golpearlo yo. Ya estábamos viejos para esto, no servía mucho matarnos a golpes como dos niños.

—Mierda me estoy cansando —susurré.

Lo escuché hacer una risa amargada, mientras se ocultaba detrás de sus brazos, moviéndose en cada golpe que daba. Como lo hacía yo.

—Pegas fuerte, idiota.

Lo agarré del cuello de la camisa, mirándolo con el ceño fruncido. Era el segundo hombre más fuerte de la academia, junto a Isaac, no me sorprende la fuerza y resistencia que tenía. Aunque, siendo sinceros, eso había pasado hace bastante tiempo y ya no entrenábamos para el ejército.

— ¡Dejen de pelear! —exclamó una voz femenina.

Ambos miramos aquella mujer que llegaba jadeando, parecía que había corrido en una maratón al verla con algunos mechones salidos de su peinado. Estaba al lado de la pareja de Isaac, mientras colocaba ambas manos en su estómago.

Kuchel...

Ella no tenía idea de lo que me estaba metiendo, tampoco sabía que volvía a hurgar en las cosas de Hiddark y tampoco que había comenzado una guerra fría por mis malos movimientos. Cosas que suceden todos los días.

—Mierda, ¿Qué hacemos? —me preguntó Kenny, imitando mi acción de agarrarlo por el cuello de la camisa.

La respuesta era fácil y sencilla, no hacía falta pensar tanto en ello.

—No la involucremos, sigamos peleando —comenté.

Volvimos de nuevo a los golpes, patadas y hasta los malditos mordiscos que él me daba. Dolían más que la mierda aquello. No nos detuvimos hasta que sentí unas manos en mis brazos, separándome de Kenny de un solo movimiento limpio. Retrocedí tres pasos hacia atrás, sintiendo un golpe en mi pecho por parte de Kuchel.

— ¿Qué les pasa a ambos? —preguntó Isaac. Tratando de mantener su actuación.

Este mismo me había sacado de la pelea, colocándose en el medio para evitar otra más. Él siempre fue así, normalmente cuando me empezaba a patear con Kenny, él venía apurado a separarnos. Eran lindas y dolorosas épocas.

—Pelea de amigos, solo eso... —murmuré con un leve quejido de dolor.

Coloqué mi mano en la costilla derecha, sentía puntadas que ahora podía presenciar perfectamente, gracias al golpe de Kuchel. Parecía quemarme la piel y las costillas doloridas. La adrenalina se me había salido del cuerpo, dejando que este mismo se relajara. Mala idea.

—Ya no somos amigos —comentó Kenny con asco.

Empezó a caminar, chocando mi hombro de forma brusca y así mismo irse con las manos en los bolsillos. En medio de esa acción, una pequeña llave se coló en mi mano, haciendo que yo la oculte con rapidez dentro de mi manga de la camiseta.

— ¿Por qué peleaste? —preguntó ella, una vez que se calmó todo.

Le sonreí levemente, besando la punta de su pequeña nariz. Cuando se enojaba, su nariz empezaba a arrugarse y juntaba un poco las cejas. Causaba ternura, pero daba unos golpes que no podía contener el dolor.

—Por quién ganaba el partido de fútbol en tu país.

La vi rodar los ojos con desgana.

—Eso ya pasó de moda en Argentina y en todo el mundo prácticamente. Está de moda otro juego, no recuerdo el nombre en estos momentos.

Reí ante su pensamiento. Se encontraba con un dedo en su mentón y su mirada en el techo.

—Luego lo vemos —comenté, guiñándole el ojo.

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Pain ❥ᴋᴜᴄʜᴇʟ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora