20┇VEINTE

342 29 13
                                    

| K U C H E L |

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

| K U C H E L |

Reencuentros.

Un año después.

Aquella sonrisa reconfortante me llenaba de alegría, me decía que todo estaba bien, que no había problemas. Hace tanto que no presenciaba eso, como si en un abrir y cerrar de ojos todo se esfumara de mi memoria, pero aquí estaba, sólida como siempre entre mis recuerdos.

Colocó ambas manos dentro de sus bolsillos, mientras miraba el cielo. Llevaba un hermoso tapado color bordo, con un conjunto elegante. Siempre era muy meticuloso con su apariencia, eso me encantaba de él. Muy pocos hombres se arreglaban en estos días, hasta se dejaban la barba y la barriga, quedando desalineados, algo fuera de mis gustos. Mientras que él, mantenía su estado físico; aquel mentón fino, con unos leves cabellos inundando sus ojos verdes.

Suspire ante aquella imagen, parecía como si yo no estuviera allí. Coloqué ambas manos en la barandilla, sintiendo el frío metal bajo mis dedos. La ausencia del anillo de casamiento, se hacía notable. Quemaba aquello, pero no mi piel, era en mi pecho, formando un vacío interior que no podía revertir.

Lo extraño.

—Linda vista, ¿No? —pregunté.

El silencio era hermoso, demasiado que pasaría horas y horas aquí, sintiendo su presencia.

—Sí. Recuerdo que aquí te pedí matrimonio —comentó, sin dejar de mirar el cielo.

Sonreí de forma inmediata, colocando mi cuerpo como él. Me apoyé el torso en la barandilla, guardando ambas manos en mis bolsillos de mi saco. El día era muy fresco, corría un viento que te helaba los huesos, pero era muy efímero y paulatino. En estos días nublados, él agarraba mi mano con ternura y la colocaba dentro de su saco, calentándola. Tenía manos frías como mi corazón, según él. Me daba risa, nunca fui una persona expresiva hasta que lo conocí, ni Julie pudo sacar este lado.

—Recuerdo que empezaste a gritar como loca, prosiguiendo a irte corriendo con tus amigas una vez que te coloque el anillo, cegada de mi voz gruesa y varonil.

La imitación de un constructor y la narración de un escritor promedio, hizo que saliera una risa de mis labios.

—Claro que no, tus palabras fueron diferentes. No era una propuesta como esperaba, por lo que yo recuerdo.

—¿Así? Entonces, ¿Cuáles fueron?

Volví a mi postura normal, entrelazando ambas manos sobre la barandilla, observando el horizonte con meticulosidad fingida.

—Te paraste así y dijiste: "No quiero estar solo" —mi voz trató de ser igual a la de él—, y luego me diste el anillo para que me lo colocara sola.

Ahora que lo notaba, su mirada se encontraba fijamente en mí, estudiando mi persona para que su mente no se la olvide. Su rostro adornaba una sonrisa mediana y tranquila, tratando de aguantar la risa.

—Me dicen Romeo.

—Romeo barato —arreglé.

Volví mi mirada hacía a él, esperando a que nuestras miradas se entrelacen y con ello recordar los momentos vividos.

Pero, no me miraba a mí.

—Mierda.

Esa fue la última palabra que pude escuchar con claridad de los labios de él, en un momento tranquilo. Sus brazos rodeaban mi cintura, de una forma brusca y desesperada, para así colocarme detrás suyo, dejando expuesto su cuerpo.

No entendía nada.

Lo único que escuché fue un disparo, uno que agudizó mis oídos, volviendo un silencio en mi mente. Quedé en blanco, con las manos temblorosas. Un vacío se posó en mi pecho, al sentir cómo sus brazos dejaban de tener fuerzas, prosiguiendo a soltarme y caerse al suelo como bolsa de papas. Ese sonido seco al caer, hizo que habrá mis ojos de una manera que no puedo describir, volteando mi mirada al cuerpo de él. Se encontraba dando quejidos de dolor, aquella bala había impactado en su espalda. Desconocía la zona, odiaba no ser curiosa como Julie y no poder actuar más rápido como Kenny. Cuando recién pudo mirarme, formó una sonrisa forzada, parecía tener sueño. Como si todo el dolor hubiera desaparecido, dejando que su cansancio ganara la guerra o quizás fingía todo eso.

—Hay una... —trató de formular, ahogándose con la saliva que no podía tragar. Estaba nervioso, creo—, hay una carta en mi bolsillo.

Me puse a su altura, agarrando su rostro tibio entre mis manos temblorosas.

— ¡No vayas a morirte, idiota! —exclamé.

Lo veía muy relajado, como si ya hubiera sabido todo lo que pasaría en estos momentos. Como si hubiera sabido que nos darían el último ataque y el definitivo.

—En las películas se ve menos doloroso.

Formó un quejido ahogado, acostándose de lado en el frío suelo. Me encontraba con el corazón en la boca, ¡Tenia que salvarlo! No lo quería dejar aquí, aunque se haya expuesto como un héroe mal pagado en la escena. Pero era tarde. No me había dado cuenta hasta ahora, que la policía militar se encontraba en toda el área en el que yo estaba, hasta mi hermano se encontraba a mi lado junto a Isaac, mirando con dolor la escena. Y para peor, escuchaba los gritos de Levi.

— ¡Cállate! —exclamé ante su comentario con poca gracia, cosa que me arrepentí.

De mis ojos salían más lágrimas, las cuales pasaban por mis pómulos y de allí a mi mentón. Lo veía seguir cada gota con su mirada, tratando de permanecer despierto con esfuerzo.

—Te amo.

Luego de eso, se quedó dormido.

  ♔  

Pain ❥ᴋᴜᴄʜᴇʟ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora