17┇DIECISIETE

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| K U C H E L |

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| K U C H E L |

—Me quedaré toda la noche en el trabajo, lo lamento.

Esa frase, esa simple frase podía arruinar mi felicidad en ese momento. No podía engañarme, me duele, me duele muchísimo con tan solo escucharla cada noche, con ese tono molesto y esos suspiros esperando a que termine la llamada lo antes posible. Lo conocía mucho, tanto que, a pesar de eso, conocía cuando fingía.

Lo conocía...

—Claro, no hay problema —dije con una leve risita.

Coloqué el celular en mi hombro, asegurándolo contra mi mejilla. Mis manos dejaron una pequeña bandeja de metal sobre la mesa, para proseguir a quitarme los guantes que calentaban mis manos.

— ¿Te dejo la comida lista?

Escuché un gruñido en la otra línea. Lo había enojado.

— ¿Qué maldita parte de "me quedaré toda la noche en el trabajo" no entró en tu oído? Acaso, ¿Quieres que te lo escriba?

—Lo lamento.

Coloqué ambos guantes en la mesa, volviendo a agarrar el celular con normalidad. Un nudo en mi pecho nació, junto a unas terribles ganas de llorar. Suspiraba profundo para tratar de quitarlas, pero no, se sentía como una molestia, algo que no se podía quitar con un simple...

—Adiós.

Apreté el móvil entre mis dedos, al sentir la línea cortada. Ya no existía en nuestro vocabulario los te amo, te extraño o una pequeña frase cálida. Tiré el celular de forma suave en la mesa, mirando la hora que era. Otra vez, me repetía a mí misma. Lo hace porque te ama, por nuestro hijo, por aquel peluche que había visto en la tienda y lloraba para que se lo compre. Él sabía el berrinche que había formado, se lo dije ese mismo día a la noche, cuando solo vino a darse una refrescante ducha, preparándose para ir hacía el trabajo por una supuesta reunión.

Solo recibí frases como: "lo mal crías", "deberías dejarle de comprar estupideces, es un niño todavía" y "dile a tu madre que se lo compre, ya no me llames para esas cosas".

Trague duro, mi garganta contenía una especie de pelota en su conducto, como si creciera cada vez que me aguantaba las lágrimas frente a él. Nunca había aguantado tanto el llanto como ese día, en el que nombró a mi madre sin rencor, ni arrepentimiento, como si le diera igual todo lo que hacía. Observé la cena que estaba en la mesa. El pollo con verduras dentro de la bandeja y las ensaladas de todo tipo. Esas cenas le encantaban a él y esas mismas las compartíamos nuestros primeros días en esta casa, cuando me encontraba embarazada. Sonreí triste, apagando la luz del comedor. Mis ganas de lavar todo se me iban con tan solo pensarlo, había tardado tres horas en cocinar; que lavar y guardar todo, me llevarían la mitad o más de lo que tardé en producir la cena.

Pasé por el dormitorio de mi hijo, viéndolo dormir, abrazado a su pequeño oso de peluche, con tan solo un botón como ojo. Todavía debía buscar aquel botón negro, él se escondía en el placar de mi habitación, por lo que se me haría más fácil de encontrarlo. Caminé apurada de a puntas de pie, tratando de no emitir algún sonido. Era difícil hacerlo dormir, siempre le contaba cuentos a la noche, como lo hacía él, a los primeros meses que mi tercer pequeño nació. Debía leerle como dos o tres, hasta cinco para que se durmiera de una vez. Siempre quería que su padre le contara.

Prendí la luz, al llegar. Mirando que todo se encontraba intacto, hasta la cama no había ninguna arruga. Mis pasos se dirigieron a las puertas de madera, donde guardaba los sacos de mi esposo acomodadas en fila, sin tocarse mucho, pero tampoco que quede poco espacio. Es muy meticuloso, algo que hasta su madre no aguanta; yo sólo lo veo como un hermoso defecto que me encanta.

Al encontrar aquel botón perdido, lo sujeté entre mis dedos, encontrando enredado junto a una tira de azul pastel. Fruncí el ceño, tironeando un poco, por lo que al fondo de toda la ropa y muy oculto, se encontraba una pequeña caja negra, con una tarjeta colgando. Desenrede ambos objetos con cuidado, para luego mirar el pequeño estuche, por lo que se podía apreciar que era de anillos. Sonreí para mi interior, ¿Todavía conservaba esto? Pero era muy nuevo para ser de nuestro casamiento. Lo abrí con cuidado, viendo un pequeño collar en forma de estrella y en su centro un pequeño corazón negro, y a su lado dos anillos de oro, con una línea plateada en su centro.

Confundida agarré la tarjeta, viendo con sumo detalle de qué se trataba. Mis manos empezaron a temblar y el nudo a nacer, haciendo que prosiga a guardar todo como se encontraba, sin dejar sospecha de mi atrevimiento a revisar sus prendas y hurgar sus cosas.

"Llevamos tiempo juntos, que no cabe duda de que te amo. Te amo tanto, que daría mi vida por ti. El solo verte cada segundo de mi día, mi corazón palpita de tal forma que no lo puedo parar. Con tu suma elegancia al vestir y aquellos labios que solo me invitan a querer devorarlos cada minuto. Deseo cada segundo tenerte en mis brazos, siendo un infierno cada vez que me voy."

Mi nombre no estaba en esa carta...

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Pain ❥ᴋᴜᴄʜᴇʟ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora