Pain ❥ᴋᴜᴄʜᴇʟ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ

19┇DIECINUEVE

| K U C H E L |

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—Gracias por venir, pueden irse.

El primero en abandonar la habitación fue él, con su paso decidido y las hojas en una mano. La otra se mantenía dentro de un bolsillo del pantalón, mientras un semblante inexpresivo y serio inundaba su rostro, como si todo lo que pasara no fuera de su interés. Lo vi doblar la esquina, para luego perderlo de vista.

Siempre fue así, aceptando la realidad de las cosas, nunca pudiendo solucionar nada en pareja. Era alguien que le gustaba trabajar solo, alguien que, si te metías en sus asuntos, se quejaba de ti o buscaba la manera de no involucrarte. Aunque te amara tanto, si el resultado era el que él quería, corría por ello, olvidando quién permanecía a su lado en todo ese progreso. Ambos estábamos sumidos en una depresión, una muy profunda.

Suspire con enojo, agradeciendo al abogado y escribano nuestros papeles. Mis pies lo siguieron con abundante apuro. No se salvaría de una próxima regañada, no lo haría. Siempre me ignoraba y el que haya aceptado el divorcio tan a la deriva, formaba que un nudo y unas ganas de gritar salieran de mí.

— ¡Hey! —exclamé, al verlo lejos.

No se detuvo. Eso hizo que mi enojo aumentara más.

—Frank... ¡Frank! —exclamé—, ¡Detenté maldita sea!

Paró de golpe su caminata, al estar casi llegando a su vehículo. Apure mis pasos, quedando cerca de él, para que me escuche. Su mirada bajaba al suelo, esperando con desdén mi respuesta hacia a él.

— ¿A dónde vas con tanto apuro? —pregunté, alzando una ceja.

Lo escuché suspirar, mientras apretaba entre sus dedos las hojas de nuestro divorcio dentro. Todavía seguía manteniendo el anillo que nos unía, algo que me pareció extraño.

—Estoy ocupado —comentó—, no creo que sea de tu incumbencia lo que haga o no con mi vida, ahora y en adelante.

Abrí levemente los labios ante su comentario. Acaso, ¿Este chico no tiene sentido común? Para ser verdad, nunca lo tuvo.

—Eres un personaje —comenté entre dientes.

Lo vi darse vuelta de un solo movimiento, observándome con el ceño fruncido. Nunca lo había visto así de molesto, por un minuto vi dolor en sus ojos. Sentía su nerviosismo en el aire, pero raramente no lo demostraba. Quería irse con tanto apuro, ¿Era por otra mujer acaso?

—Tsk, primero pides terminar y ahora te quejas porque, según tú, yo te importo.

Será idiota...

— ¡Claro que me importas!

—Si en verdad te importara, hubieras cumplido tu promesa —comentó, para así darme la última mirada antes de subirse a su vehículo—. La promesa que me dijiste el día que cumplimos la primera misión...

Sentí mi boca seca, mis pulmones sin aire y el frío recorrer mi espalda de extremo a extremo. Podía tolerar la sensación de que tenía razón. Yo se lo prometí, pero lo hice sin saber que esa promesa haría que se alejara de mí.

— ¿Y qué dices del anillo? —pregunté a gritos.

Antes que pudiera arrancar, con ambas manos golpee el vidrio de su auto.

—Hurgaste mis cosas —comentó con gracia—. Si tanto te importa, eran los primeros anillos que tenía para ti, pero insististe en elegirlos tú.

Dicho esto, se fue de golpe dejándome con las palabras en la boca. ¿Esos anillos eran para mí?

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El dolor inundaba mi cuerpo, mientras caminaba hacia la parada de bus. No pensé que esto terminaría así, no lo quería. Yo le pedí esta vida cuando tuvimos a nuestros hijos, yo le rogué salir de aquella cárcel militar que nos quitaba toda esperanza de vida. Pero nunca escuché su opinión, nunca le di importancia a los pensamientos de él. Como era su esposa, todo giraba en torno a mi embarazo y no en nosotros. Luego de que secuestraron a mis niños, busqué con apuro cada sitio y a cada persona para que me ayude a encontrarlos. Kenny, Julie, Isaac y él me negaban su ayuda, hasta había encontrado una aplicación para ver a los niños cómo se verían hoy en día.

—Maldición...

Por mi culpa, lo sacaron de la Élite. Por mi culpa, puse en peligro a mis hijos, sin noticias de sus cuerpos.

Por mi culpa... no le he dado atención a Levi.

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