9.-(RE)lleno y (RE)caída.

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Creo que el miedo nos consume.

Durante esos meses en donde la imaginación de M estaba apagada, él buscaba qué tipo de ingeniera debía estudiar y oh vaya, esa etapa fue un infierno del que no escapaba.

En la escuela, M siempre fue bueno en la escuela, pero había una materia que odiaba y le tenia bastante miedo, no por la profesora, no por sus compañeros (o bueno... quizás si, pero no de esa forma), sino por el simple hecho de que su cabeza se volvía un desastre al tratar de sacar una simple ecuación, creo que con la ultima palabra les di una pista de cuál materia era

La unica

La inigualable

Y mas que dificil

(aunque depende en gran parte de sí te gustan los numero o no)

Matematicas

Espero haber dejado bien en claro lo terriblemente feo que era para M las matemáticas, y si, M puede ser muy dramático.

Volviendo al tema principal y la razón principal por su odio y miedo hacia las matemáticas, era que de todas las materias en las que era bueno, ninguna de ellas era reconocida y aplaudida en un ningún concurso o prueba estatal.

M se dio cuenta en ese momento de que la sociedad sólo le prestaba más atención a alguien que supiera medir la velocidad de un objeto en movimiento, que a alguien que supiera dibujar, esculpir o bailar.

Y aunque M era feliz viendo como sus amigos matemáticos lograban grandes cosas en sus vidas, él sentía que para las personas que tuvieran otro tipo de inteligencia que no tuviera que ver con los números, su vida se complicaba.

Porque al final, el que ganaba la beca para entrar a las mejores universidades del país, era el que supiera descifrar la probabilidad de que la moneda caiga en cruz y no en cara.

M tenia miedo por no ser como sus amigos los matemáticos, quizás porque su probabilidad de tener un mejor futuro podría depender de eso. Quizás porque le importaba lo que pensaban lo demás de él, quizás porque quiere hacerle saber a sus padres que no es una mierda; quiere volver a sentir el orgullo de sus padres, y por el daría lo que fuese, hasta sus sueños.

Pero como siempre, su mejor amigo el corazón no lo dejaría cambiar; no de esa forma. Durante todos estos meses M no había tocado su guitarra y se había enfocado al 100% en la escuela, en estudiar para los exámenes finales y en tratar de ser de los mejores de su clase.

Y al final, lo consiguió, consiguió el segundo puesto en su salón y fue conmemorado con un diploma, y en ese momento, por primera vez en meses, vio como los ojos de su madre por unos minutos reflejaban algo de orgullo. Y él sonrió.

Y en ese momento él sintió que quizás, quizás por fin su vida tomaba un rumbo y los baches se habían acabado. Pero la vida siempre te dará un bache mas grande para hacerte más fuerte.

Y quizás el bache más grande que él tenía era su madre, tan exigente a veces y muchas otras amorosa; a veces no lograba entender por qué ella era así con él, por qué le exigía tanto y aunque le preguntara mil veces desde que tenia seis años, la respuesta siempre iba a ser la misma —Solo busco lo mejor para ti— y a veces, él se preguntaba cosas como todo niño curioso.

A veces su amigo el corazón no respondía a los mimos que su madre le daba, ya que, aunque su corazón amaba a su madre como a ningún otro ser, sabia que ella le había hecho daño a su mejor amigo y... Aunque no podía odiarla, desde aquella noche en que le rompió los sueños e hizo que tuviera que bombear sangre más rápido por todo el cuerpo de M, perdió la confianza que una vez le tuvo a su creadora.

Y esta fue una de estas veces en las que su madre al ver el boletín que ponía las notas de todas las materias en una casilla junto con las actividades que se usaron para evaluar dicha, vio que en matemáticas había un 09 marcado con un rojo sangre en una de las casillas. Y cambiando el brillo que sus ojos tenían a un color opaco, le dijo a su hijo:

—¿Qué paso con este 09?

—No lo se mamá, tú misma viste mis exámenes, he sacado buenas notas, quizás... Sea el último que la profesora nos dio— Dijo M tartamudeando y con el miedo en recorriendo su cuerpo.

—Ohm—Dijo su madre— Pues, sabes que debes mejorar en eso—Dijo su madre desaprobando aquel 09 — Quizás por eso no quedaste de primero.

Y en el camino de vuelta a casa, M pensó en el hecho de que su madre quizás nunca estará satisfecha con lo que él logre, siempre le va a encontrar un defecto y se lo va a restregar en la cara; siempre les prestara más atención a sus errores y no a sus aciertos, y ahí fue cuando se dio cuenta que quizás el problema no era él, sino ella.

Y ahí fue cuando el corazón aprovechó y, al llegar a casa, sacó la guitarra de su estuche y empezó a tocar y escribir canciones sin fin alguno.

Y ahí fue cuando M se puso de acuerdo con su corazón y pidió su único regalo de navidad:

Un ukulele.

¿Qué Piensan De Mí? #thedomains2019Where stories live. Discover now