Hogsmeade.

86 7 0
                                    


Maratón 2/X.

Y si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a ti fue crear un idioma

Heather Lyons odiaba perder.

Sus amigos lo sabían de antemano. Pero más bien, era algo de cultura general de Hogwarts que hicieras lo que hicieras, ella debía ganar, o al menos así creerlo. Atenerse a las consecuencias era algo que realmente no le llamaba la atención ni al más grande masoquista. La pelinegra no sólo poseía un carácter de lo más difícil de tratar, sino que además, era tremendamente vengativa. Y el ser cruel, acompañada de esa mirada azul glacial que poseía le venía como anillo al dedo (o como la diadema a Rowena) Era esa una de las verdades indiscutibles del castillo.

Por aquello mismo, el día de la primera salida a Hogsmeade, la mañana de aquel frío sábado 18 de Octubre, Roxanne Weasley se levantó con toda la energía de querer tocarle las pelotas a alguien, o quiero decir, a una persona en especial. La morena recordaba a la perfección las escasas palabras intercambiadas con Heather el día anterior, donde ella dejaba en claro que desocupara ese día para ella. Y a Roxanne, con ese tremendo orgullo que tanto la caracterizaba, no le agradó en lo absoluto. Por muy enamorada que estuviera, la (actual, pero posiblemente distinta en un futuro) castaña sabía (más bien, tenía clarísimo) que la pelinegra le invitó a salir cuando ya nadie estaba disponible, y porque sabía (o mejor dicho, creía) que la morena no pondría resistencia. Es más, correría a su lado meneando el rabo cual perro domesticado. Y podía ser muchas cosas, pero Roxanne Weasley no era lo que se definiría como sumisa, y no iba a permitir que la pisotearan así como así.

Razón por la cual, salió de la cama con una gran sonrisa, arreglándose más de lo común. Con pantis transparentes hechizadas, un vestido rojo de manga larga, la tan típica chaqueta de cuero y una bufanda negra, como sus botas, no había manera de pasar frío. Se maquilló lo necesario, cepilló sus dientes y cabello, y casi abandonó su cuarto dando saltitos, bajo la atenta mirada de Dominique.

La noche anterior había tenido que usar toda táctica de ligue conocida para que Michael Brown, el Ravenclaw de su promoción que más acarreaba suspiros al pasar, cediera a no salir con la chica que había hecho planes, para acompañarla a caminar por ahí, y quién sabía, alguna cosa más.

Al pisar el Gran Comedor, Heather hizo el amago de levantarse para ir a su encuentro, pero grande fue su sorpresa cuando el rubio se le adelantó, tomando a la castaña de la mano, con quien desayunó para luego tomar rumbo hacia la entrada. Doblando la esquina, Roxanne miró de soslayo a su espalda, encontrándose con los impactantes ojos celestes de la muchacha fijos en su nuca, con una mueca de completa cólera. Reprimir una sonrisa le fue inevitable.

— ¿Pasa algo, Roxanne? —. Le sonrió Brown con sus profundos ojos verdes, que tenían el poder de hacer flaquear a miles, dando un ligero apretón amistoso a la mano de la chica, que seguía afirmada con seguridad a la suya.

— Oh, nada en realidad, Michael —. Suspiró, devolviéndole el gesto —. Es sólo que presiento que será un gran día.

Soltó su mano, acercándose a él, logrando que el muchacho le acercara tomándole de a cintura, en un gesto que no iba más allá de la caballerosidad. Sonrió con suficiencia, agitando el cabello, completamente consciente de que Heather caminaba tras de ellos.

— Y por cierto, dime Roxy. Todos mis cercanos lo hacen.

[***]

— Oh no, Rose Jane Weasley —. Los ojos amarillos de Violet Finnigan centellaban de ira, y tomando en cuenta su escaso metro sesenta y que enfadada esbozaba un mohín con los labios, la imagen de ella de brazos cruzados en ese instante, no podía provocar otra cosa que ternura —. No, no, no y no. Las salidas a Hogsmeade siempre han sido nuestras. ¡Desde que estábamos en tercero! Me parece reprochable. Realmente reprochable. ¡Es porque eres Piscis, si por ser tan romántica permites estas cosas! Hasta Tanny en su momento entendía que no podía salir con Fred estas tardes. Pero claro, ella es Virgo... —. Dio una patada al aire, haciendo eco con el taco de sus botas contra el piso, el cabello castaño ondeaba al viento, y su tez canela se volvía cada vez más roja, como el cabello de su amiga frente a ella —. Mi punto es, ¡no puedes! ¡No, no, no y no! Dile que si quiere, puede sentarse con nosotras en las Tres Escobas. ¡Pero bajo ninguna condición irás con él, en vez de tus amigas!

¿Con quién te vas, Rose?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora