3

1.1K 144 8
                                    

El Señor Park cerró de golpe el puño en la mesa. 

-¡Quiero que jodidamente lo encuentren! Gasté todo el oro que tenía en ustedes, idiotas ¿Y no pueden rastrear un lobo?- Giró su mueca de desprecio en todos los hombres de pie a su alrededor. 

Todos tontos inútiles, sin valor que habían venido a él, asegurándole que eran lo mejor de lo mejor. Algunos desafiantes lo miraban a los ojos mientras que otros miraban hacia otro lado, asustados y avergonzados de sí mismos. 

- Es el alfa del bosque.- Un hombre se burló. - Los animales lo protegen. Ocultan sus huellas por él. ¿Qué se supone que hagamos?

-¡Encuéntrenlo como les pagué para que hicieran!-Gruñó. La ira emanaba de él como vapor debido a la forma en que su sangre hervía. Honestamente pensaba que podría encontrar a ese monstruo con esos hombres? Que idiota había sido.

- No te regresaremos el dinero.- dijo otro de los cazadores, uno con cicatrices, quien caminó alrededor con el pecho hacia afuera, pieles de animales colgando de sus prendas de cuero. 

Park había sostenido sus esperanzas en ese. El hecho de que ninguno de esos hombres había sido capaz de encontrar una señal de ese lobo era muy decepcionante.  

Park miró al hombre directamente a los ojos.

- Porque ya gastaron el oro en bebida y mujeres ¿Supongo? No podría ser nada más por su humillante fracaso.

- Ninguno de nuestros hijos fornicó con un demonio del bosque.- Espetó otro cazador, enojado ante la acusación.

 La sangre de Park inmediatamente se volvió de caliente a fría en un instante. 

- Lárguense. Todos ustedes. Váyanse ahora mismo.

 Que se fueran antes de que sacara sus armas y matara a cada uno de esos idiotas incompetentes. Lo haría sin dudarlo. Muchos de los doce hombres sacudieron sus cabezas y se mofaron en su salida, como si Park fuera el único con una razón para ser humillado, como si él fuera el avergonzado. 

Park era el mejor cazador que este pueblo haya visto nunca, visto con casi tanto respeto como el propio alcalde. Y ahora era nada. Había contratado a estos hombres sólo porque su propio fracaso en encontrar al alfa del bosque había rallado sobre él, porque tenía que admitir que necesitaba ayuda. 

Todo fue en vano. No podrían encontrar colectivamente al alfa del bosque más de lo que podría hacerlo solo. El hijo de Park, su único hijo... 

Había caminado en el cuarto del muchacho, sólo para verlo al levantar su camisa, mirando su vientre, como si examinara el crecimiento impío que brotaba hacia adelante. Park en ese momento había encerrado al muchacho dentro de su habitación y se apresuró a conseguir su arma, pero su hijo, su único hijo, estaba ahora bajo el hechizo de ese demonio y se había escapado. Había huido, y él. junto con dos de sus hombres de mayor confianza se habían visto obligados a darle caza. 

Park amaba a su hijo, e incluso ahora, mientras se apoderaba de la mesa de madera y dejaba caer su cabeza sobre el mapa del bosque, no podía dejar de extrañarlo.

Su madre había sido tan pequeña, suave y débil, pero Park no la culpaba por ello. Ella era una mujer, y siempre había sido frágil. Deseaba que su hijo pudiera haber sido más fuerte, y había tratado de no sostenerlo contra él, trató de hacerlo más duro, pero había fracasado. 

Park había fallado en criar a su hijo como un hombre que mataría orgullosamente a un demonio del bosque, y había fallado también más tarde en proteger a Jinyoung de ese demonio cuando vino y puso su semilla dentro de él.  Él no quería hacerlo, pero su hijo estaba muerto y se había ido. La única oportunidad de Park para liberar el espíritu de su hijo habría sido destruir el cuerpo. 

CDAS [BNIOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora