Séptimo capítulo: La muerte de un capitán

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     Si bien Grisam y William parecían estar combatiendo en una realidad distinta e inmutable del resto de mundo, Tryss intentaba en vano hacer frente a los otros tres combatientes al mismo tiempo: tenía que evitar que Nina estuviese a alcance de cuerpo a cuerpo de forma que no pudiese morderla con uss dientes empapados de veneno necrótico mientras contenía el poder pétreo de Ulises y de alguna forma evitaba el viento mágico del guardaespaldas de William.

     A la nigromante le resultaba muy difícil mantener un combate pues su magia no estaba destinada a luchar abiertamente contra un enemigo poderoso... y mucho menos contra tres al mismo tiempo. Por suerte para ella contaba con un factor vital de su lado: podía reaccionar mucho más rápido que ellos. Ulises y Nina eran reanimados y no solo habían sido devorados por una apatía perpetua, sino que sus cerebros se estaban pudriendo lentamente y sus capacidades estaban mermadas, mientras que el golpe que le asestó Grisam al hechicero enmascarado lo había desconcentrado por el dolor que le causaba, con un poco de suerte estaba peor de lo que aparentaba.

     Ulises lanzó una oleada de balas de piedra contra la nigromante que cruzaron el aire con un silbido. La hechicera respondió aquel ataque invocando un golem de hueso y rocas que emergió del suelo y bloqueó el ataque, un ente rechoncho con cuerpo pétreo que parecía llevar una armadura de hueso y cuya cabeza era la cabeza de un animal similar a un ciervo, solo que mucho más inmenso.

     Después del primer intercambio Nina se abalanzó sobre su espalda, pero Tryss respondió nuevamente invocando un ánima artificial con forma de bola luminosa de color verduzco que emergió entre las dos mujeres y que estalló al momento en un fuego de color turquesa capaz de lanzar a una calcinada reanimada por los aires.

     Ulises volvió a atacar, aunque esa vez invocó dos enormes muros de roca uno a cada lado de la nigromante que se cerraron tratando de emparedarla, pero el poderoso golem que la custodiaba los paró con los gruesos brazos de piedra y hueso y comenzó a forcejear para que no los aplastasen. Tryss aprovechó el mínimo momento entre ataque y ataque y contraatacó al enmascarado con un hechizo que invocó un miasma necrótico a su alrededor.

     El enmascarado había estado ausente durante la corta batalla tratando de concentrarse en evitar el terrible dolor de su estómago, pero también estaba lo suficientemente despierto como para protegerse con murallas de viento en cuanto el veneno contaminó el aire a su alrededor.

—Que triste es que intentes aprovecharte del más débil del equipo... propio de una imperial.

—Que triste es que tus aliados no se esfuercen lo más mínimo para protegerte... propio de los harkenios.

      El hechicero pareció molestarse por el comentario y alzó las dos manos generando un enorme tornado entre ellas con el que golpeó la tierra como si fuese un inmenso látigo.

     Al mismo tiempo, Nina y Ulises atacaron; la mujer se valió de sus inmensas fauces, mientras que el no-muerto arrojó unos enormes proyectiles de roca que no podría evitar.

     El gólem no dudó ni un instante y cubrió a su ama con todo el cuerpo, mientras que ella aprovehcó para invocar un nuevo miasma alrededor del hechicero de viento aprovechando que tenía las manos ocupadas con aquel huracán.

     Y mientras Tryss mantenía una injusta batalla contra los dos reanimados y el hechicero enmascarado que lentamente se estaba deshaciendo, Grisam se enfrentaba al líder de todos ellos: al vil marionetista que desde siempre había manejado con sus hilos invisibles su destino y el de su familia… a un demonio que se creía un dios.

     El cielo fue opacado por el rojo.

     Afiladas agujas fueron evitadas por el comandante con un acrobático giro sobre si mismo y estas al no acertar a su objetivo se introdujeron profundamente en el barro. En ese mismo instante el filo de la hoja que portaba en la mano izquierda rebanó con eficacia los vibrantes apéndices.

Cazador de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora