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Jaeno se dispuso a buscar a su chico.

Y era irónico llamarlo así, porque era de todos, menos de él.

Y cuando lo vio saliendo de ahí, de ese lugar tan conocido por él con otra persona, sintió como el dolor lo ahorcaba mientras que la culpa lo apuñalaba.

Se dirigía a ellos, pudo observar como él otro huía mientras que Donghyuck se quedaba estático, viéndolo.

Y cuando llegó, lo primero que hizo fue tomar del brazo del menor, viéndolo con esa frialdad tan peculiar en él.

Pero Donghyuck frunció el ceño, tratando de soltarse. —Jaeno, sueltame. —Escupió las palabras pero el mayor no hacía nada. —¿Acaso no escuchas? Sueltame.

El mayor negó. —¿Qué hacías con él ahí? —Y el menor rió.

—¿No es obvio? Y aún así, no es de tu incumbencia. —Soltó filosamente, volviendo a tratar de soltarse. —Ahora sueltame.

Pero el mayor era oídos sordos. —¿Por qué me haces esto, Donghyuck?

Y el menor se quedó quieto, viéndolo fijamente, su mirar era de dolor pero también de decepción.

—¿Hacerte que, Jaeno? No estoy haciendo nada malo, solo, desmontando que si duele. —Lo miró con creciente odio. —Duele ver a la persona que amas con alguien más. —Y viéndolo, Jaeno se dio cuenta de que el brillo de los ojos del menor había desaparecido. —Pero, tú no me amas, tal vez, nunca lo hiciste.

My Boy | nohyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora