Cuatro

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Tyrone finalmente pudo apreciar el rostro de Phillip momentos antes de llegar a su clase y despedirse. Estaba algo desconcertado ya que pudo divisar unas ojeras algo marcadas bajo sus ojos. ¿Lo mismo le esperaba a él en su ultimo año? Apreciaba sus horas de sueño y no quería perderlas.

Las ojeras no estaban ahí el día anterior, quizá había tenido demasiada tarea y le llevó muchas horas. No podía hacer ninguna especulación al respecto ya que no conocía la rutina del pelirrojo.

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El castaño agradecía internamente el haber tenido solo cuatro clases, debido a la fecha la escuela los dejó salir horas antes, después de todo la gran mayoría prefería irse antes que estar ahí celebrando.

Camino a encontrarse con el pelirrojo sintió un fuerte tirón en la muñeca y como al instante su espalda era azotada contra una fría pared, afortunadamente sostuvo el ramo con fuerza. Y si bien rompió algunos tallos, no lo dejó caer.

Sintió su pulso acelerarse y el calor subir a su rostro al ver frente a él a su ex novio, alto y de cabello naranja con unas (a su parecer) adorables pecas adornando sus mejillas y todo siendo resaltado con unos brillantes ojos verdes.

-Mírate, no esperaste ni un mes y ya sales con uno de tercero.

-Eso no te importa, tú fuiste quien me dejó.

Fue sostenido fuertemente por los hombros, sintió un fuerte dolor pero aun así no soltó quejido alguno.

-Claro que me importa, sólo mírate, apenas te toco y ya te pones rojo. Es claro que él no te gusta, tú solo me quieres a mi. 

Tyrone no pudo responder absolutamente nada, creía que así era.

-¿Ves? Tengo razón. Deja esta estúpida actuación y acepta que me amas.

Antes de poder decir algo más, el pelinaranja fue separado con brusquedad de Tyrone y fue arrojado al suelo, tanto el castaño como el contrario palidecieron al ver a Phill encima del pecoso con el puño levantado a punto de golpearlo.

Sin embargo, se detuvo antes de que su mano tocara el rostro ajeno y se levantó. Los presentes se asustaron por su mirada ya percibía una intención asesina, era demasiado sombría.

Estaba en completo silencio, no pronunciaba palabra ni emitía sonido alguno. Sin mirar a Tyrone a los ojos, lo tomó de la muñeca y lo llevó casi a rastras fuera del colegio. 

El castaño pudo notar como a pesar de tener la mandíbula tensa y apretar una de sus manos con ira, su toque era suave. No apretaba su muñeca para nada, como si sostuviera algo frágil, dicho toque contrastaba con el fuerte y brusco toque anterior; estaba seguro de que si solo daba un tirón se iba a soltar con facilidad, pero no lo hizo.

Cuando estaban alejados del colegio y nadie relevante los escuchaba, decidió hablar.

-¿Por qué te molestas tanto? Eso significa que está funcionando y pronto te vas a librar de esto.

En cuanto terminó de pronunciar dichas palabras, toda tensión e ira parecieron abandonar el cuerpo del pelirrojo y lo soltó, sin embargo no lo miró.

-Tenía que verme molesto, si no sería un terrible novio y todo sería menos creíble.

-Cierto, tienes razón. Pero ¿por qué no lo golpeaste?, con tu terrible carácter no me hubiera sorprendido que lo molieras a puños.

-No quiero una expulsión, estoy a un mes y algo de graduarme.

-Uhm... tiene sentido. Por cierto, ¿no pasará hoy el chofer?

-Hoy tiene día libre.

Tyrone no respondió, y en su lugar se limitó a caminar junto al pelirrojo. Su silencio duró pocos minutos ya que decidió resolver una de sus dudas.

-Ayer no tenías ojeras, ni quemaduras en las manos.

-No.

-¿Dejan muchos trabajos o algo así?

-Practiqué escultura con chocolate hirviendo. 

-Debes ser malísimo en eso si terminaste desvelado y quemado.

-Terminé en la noche, y enseguida hice tarea.

-Espero que al menos haya valido la pena.

Phill miró de reojo al menor, pudo apreciar como había roto algunos tallos del ramo ya que las flores estaban torcidas.

-Así fue.

Su conversación terminó ahí, ya que llegaron a la casa del menor.

-¿Quieres tomar algo?

-¿Salimos esta tarde?

Las palabras chocaron al haber sido dichas a la vez, sin embargo fueron entendibles para ellos.

-No.

-Si.

Incluso respondieron las preguntas al mismo tiempo.

-Paso por ti a las 6.

Sin despedirse, Phill dio media vuelta y emprendió camino a su casa. Pudo alcanzar a escuchar al castaño pronunciar un "Te veo más tarde".

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-Gracias por cuidar a mis bebés durante el viaje. Espero no hayan sido mayor problema.

-No, son bastante tranquilos y lindos. Fue todo un gusto.

Una mujer de unos 40 años se encontraba cargando un par de gatos grandes y algo gordos, uno blanco y otro negro, bajó un momento a los felinos para sacar dinero de su bolso y entregárselo al menor, sin embargo este negó con la cabeza rechazando el dinero.

-No hace falta, no lo hice para que me pague.

-No por favor, toma el dinero o me sentiré ofendida.

Phill lo pensó un poco más antes de tomar los billetes con algo de vergüenza, no veía muy racional cobrarle a una señora por cuidar dos gatos.

-Gracias.

-Si, querido. 

En cuanto la mujer entró a su apartamento, el pelirrojo siguió su camino al elevador que se encontraba al final del pasillo. Subió al piso tres y abrió la tercera puerta del pasillo, al entrar dejó las llaves en el llavero junto a la puerta y cerró detrás suya.

No necesitaba avisar, nada. Estaba solo en casa y en el camino le había escrito a su hermano notificando su llegada. Caminó directo a la habitación que compartía con su hermano y dejó la mochila en el suelo junto a su cama, dejando a su vez el dinero en el buró de la habitación.

Se dirigió al armario y de ahí sacó un peluche de gran tamaño, le faltaba un ojo y tenía diversas costuras en señal de que había sido despedazado y re armado en más de una ocasión. Arrojó el oso a su cama y seguidamente lo golpeó con ira, como si golpease a una persona real; jaló sus extremidades terminando por arrancarlas una por una, arrancó la cabeza y la mordió con fuerza teniendo el fuerte deseo de despedazarlo incluso más y así lo hizo.

¿Actuación? Una mierda, estaba genuinamente furioso y lo que necesitaba en ese momento era golpear y despedazar al pelinaranja, no a un maldito oso de peluche.

Se detuvo al mirar de reojo su mochila. Lo había olvidado, el regalo.

Simplemente lo guardó y no lo abrió. Dejó el montón de relleno y tela en la cama mientras suspiraba y tomaba la mochila, sacó la caja y arrojó la mochila a un lado sin tomarle importancia. 

Abrió la caja y sacó un perfume de ahí, roció un poco en su muñeca y la olió. Le gustaba, el aroma era suave pero no pasaba desapercibido. Dejó el perfume en el buró junto a la caja.

De uno de los cajones del buró sacó un frasco de píldoras, tomó un par y se levantó tranquilamente en dirección a la cocina con una suave sonrisa adornando su rostro junto a un sonrojo en sus mejillas.

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Editado el 30/07/2022

Fake BoyfriendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora