Capítulo 1

879 49 41
                                    

Boca Raton, Florida

Sabiduría, no guerra.

Era el principio de todo.

Ser más listo, actuar con astucia. Utilizar el cerebro en lugar de los músculos.

Eso era lo que Emmet Garrett enseñaba a sus alumnos en el Doyang.

Con todo su conocimiento y experiencia, él intentaba que los niños no sólo comprendieran el Taekwondo, sino que lo sintieran y lo transmitieran.

Era importante que los niños supieran cómo defenderse, pero incluso más importante era tener disciplina, salud, autoestima y paz mental.

Emmet era su profesor, y cada tarde que pasaba se encargaba de que todos sus pupilos crecieran con estas cuatro virtudes, aunque él mismo no fuese capaz de tenerlas todas.

Emmet era su profesor, y cada tarde que pasaba se encargaba de que todos sus pupilos crecieran con estas cuatro virtudes, aunque él mismo no fuese capaz de tenerlas todas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Permanecía concentrado ahí en el medio del gimnasio, ningún músculo de su cuerpo daba indicios del menor movimiento. Pero sus ojos y mente permanecían bien abiertos, cautelosos y siempre a la espera de que el ataque llegara, y así poder ser más rápido.

Una fracción de segundo más tarde, este apareció.

Su oponente le llegó por la espalda intentando someterlo. Emmet reaccionó al instante. En un rápido movimiento consiguió esquivarlo, y utilizando su peso en su contra, consiguió derribarlo justo antes de propinarle una bien aprendida patada, creada solamente para sacar el aire.

El enemigo quedó tendido en el suelo en lo que pareció no ser más de medio segundo.

Luego de que la simulación terminara, los alumnos y todos los presentes ahí aplaudieron admirados.

Emmet recuperó un poco de aire, y enseguida tendió su mano para ayudar a que su compañero se pusiera en pie.

–Bien hecho, Garrett– le dijo con la respiración entrecortada, y un tanto dolorido. –Pero a la próxima te patearé el trasero– bromeó.

Sin poder evitarlo, Emmet sonrió.

–Te estaré esperando– realizaron la inclinación reverencial que debía hacerse ante todo oponente, y enseguida se alejaron.

–¡Profesor Garrett, eso ha sido increíble!– exclamó uno de los pequeños emocionados.

–¡Usted es mi héroe!–

–¡Es el mejor!–

Con una sonrisa amistosa, Emmet miró a sus alumnos que lo rodeaban  y lo miraban como si él fuese una especie de Capitán América.

Todos eran pequeños guerreros ansiosos de aprender y ser mejores día con día.

–Eh, tranquilos, niños– les dijo mientras despeinaba sus cabellos con gracia.

–¿Cree que algún día podamos ser como usted?–

–¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que sí, y serán incluso mejores–

Corazón Rendido® (AG 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora