Capítulo 15

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Los músculos se le contraían. El sudor escurría por sus sienes y bajaba por su cuello bañando su torso completo, haciéndolo brillar. La respiración parecía demasiado agitada, violentada. El pecho subiendo y bajando con estruendo, el vello oscuro aplastado debido a la humedad.

Cada uno de sus brazos parecía estar formado de concreto sólido, duras rocas que parecían a punto de reventar ante cada golpe que soltaban sus puños al costal de box que colgaba en el medio del salón.

Ariana había perdido la cuenta de cuánto tiempo había estado observándolo sin que él la notase.

Había descubierto que mirarlo, y aún más en ese momento en que parecía devastador, podía considerarse como algo adictivo.

Parecía imposible para sus ojos marrones la sola idea de apartar la mirada.

No podía hacerlo. No era capaz.

Se encontraba tras la pared del pasillo que conectaba a las habitaciones de servicio, espiándolo, colmándose de la visión, anhelándolo.

El movimiento de sus puños parecía brutal, fiero, destructor. Atraía y aterrizaba en partes iguales.

Era duro, y Ariana era perfectamente consciente de su fuerza y su poder. Sin embargo también sabía lo delicado que podía llegar a ser. La suavidad con la que podía brindar caricias, tal y como la había acariciado a ella la noche pasada...

De golpe, la cantante recordó cómo había sido, y su propia reacción ante el recuerdo la hizo estremecerse

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De golpe, la cantante recordó cómo había sido, y su propia reacción ante el recuerdo la hizo estremecerse.

En aquel segundo, Emmet detuvo sus golpes, y se quedó de pie ante el costal, con los brazos extendidos a sus costados, sus pulmones hechos estragos, tan sudado como si recién hubiese tomado una ducha. El cabello rubio despeinado, la enorme espalda en constante estado de tensión.

Fue entonces cuando sintió su presencia, o quizá fuere su perfume lo que la delató.

El corazón del guardaespaldas se detuvo por un instante, y cuando se giró para mirarla, se desbocó.

Ariana se mantuvo firme en todo instante, evitando a toda costa estremecerse, esta vez ante su atención.

Lo miró fijamente, y sintió cómo las piernas le temblaban, haciéndola dudar de su capacidad para mantenerla en pie.

Tuvo de pronto la impresión de ser una de esas adolescentes mojando sus bragas ante su Jonas Brother favorito.

¡Oh, cielo santo, piedad!

Sin embargo contrario a todo aquello, Emmet Wyatt no la hacía sentirse como una adolescente, sino como una mujer.

Una mujer femenina y hermosa. La más sensual y deseada de entre todas.

Los ojos plateados la examinaron con lentitud.

Ariana no podía evitar reaccionar a aquella mirada cada vez que la recorría como representando el camino de una caricia.

Corazón Rendido® (AG 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora