Capítulo 30

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–Tienes que dejar de comportarte como una niña pequeña, Ariana. ¡Por el cielo santo! ¿Sabes lo que pensamos cuando encontramos a tu guardaespaldas inconsciente?–

Ariana exhaló un tanto cansada de los regaños de Liam.

Evidentemente él no podía comprender lo que la había impulsado a ir a esa prisión de Boca Ratón. No lo comprendía porque jamás se había enamorado.

¡Maldición!

–¡Tuve que hacerlo!– exclamó enfadada. –No me dejaron otra opción. Tenía que ver a Emmet, y ni ustedes ni nadie me lo iba a impedir–

–No creo que tenga que recordarte los motivos por los que te prohibimos ir. Los peligros a los que estás expuesta. ¡Encima estás embarazada! ¡¿Cielo santo, es que no piensas en tu hijo?!–

Ansel se interpuso de inmediato entre sus dos hermanos, pidiéndole a Liam que se tranquilizara.

Sin embargo Ariana enseguida saltó a la defensiva.

–¡Por supuesto que pienso en mi hijo, Liam! ¡Mi hijo necesita a su padre!– le recriminó.

Liam consiguió calmarse, y restregó la palma de su mano en su rostro. No hubiese querido gritarle, porque él comprendía por lo que ella estaba pasando, sin embargo no podía evitar preocuparse por ella. Era su hermana pequeña y tenía que cuidarla.

–Escucha, Ariana, calmémonos, ¿sí? No quiero que nada malo te pase, ni a ti ni al bebé. Recordemos que casi lo pierdes. Por favor, sé más cuidadosa. El acosador sigue al acecho. No puedes andar desprotegida por la calle. La cárcel es un sitio poco adecuado para ti. Sé que ahí está Emmet, y que tú lo amas, lo entiendo. Pero tú tienes que entender que eres mujer, y ese sitio está repleto de hombres, policías y criminales, da lo mismo, son hombres. Encima vas a tener un hijo, y además eres famosa. Dos razones más–

Ariana también se tranquilizó, y comprendió su punto.

Exhaló cansada de seguir discutiendo.

–Entiendo su preocupación. Y he prometido que no volveré a hacerlo, pero ya, Liam, por favor, deja de regañarme. Haces que me sienta como una niñita rebelde cuando lo único que hice fue querer ver al amor de mi vida–

Liam exhaló. Realmente esperaba que su hermana fuese a cumplir lo que decía.

Estaba por acceder a dejarla ir, cuando unos gritos provenientes desde la entrada los hicieron voltear.

Era Robert Butera, y se encontraba furioso. Apareció en la sala como un remolino.

–¡Ariana!– gritó con verdadero enojo. –¡Ariana, maldita sea! ¡¿Dónde estás?!–

–¿Papá, tranquilo– le pidió Ansel preocupado.

Robert negó. Inmediatamente los oscuros ojos marrones localizaron a la persona que buscaba. Avanzó hacia ella con toda intención de tomar sus hombros y sacudirla, pero los dos hermanos intervinieron de inmediato.

–¡Papá, por favor! ¡Está embarazada!– le recordó Liam consternado.

La ira de Robert incrementó.

–¡Maldición, no me lo recuerdes!– exigió. –¡Ni siquiera lo menciones!–

Ariana no se inmutó, sino que permaneció firme observando a su padre y la furia que desprendía.

Robert no parecía dispuesto a tranquilizarse.

–¡¿A dónde demonios fuiste cuando te escapaste?! ¡Dímelo, Ariana, maldita sea! ¡¿A dónde?!–

La castaña permaneció muy quieta, furiosa porque le hubiesen avisado, sin embargo mantuvo la calma.

–Creo que ya sabes en dónde estaba, papá. No es necesario que te lo diga–

Corazón Rendido® (AG 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora