Capítulo 49

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Torch seguía entrenando aún a aquellas horas de la noche. Era algo que solía ocurrir bastante, y por eso ninguno de sus compañeros le había animado a irse a dormir cuando se había terminado el entrenamiento.

Pero en aquella ocasión el capitán del Prominence tenía otros motivos para no haberse marchado a su cuarto. Lo ocurrido horas antes con Gazelle, Wyles y Schiller seguía rondándole en la cabeza.

Gazelle le había contado sus sospechas a Schiller, pero el anciano no se las había tomado en serio. Después de todo, el chico de pelo blanco no tenía pruebas —que Wyles le hubiese ofrecido una de las falsificaciones del meteorito era una acusación que no podía ser respaldada por nadie y, por si fuera poco, la cámara del despacho había estado estropeada todo aquel día—, era normal que Schiller no quisiese prescindir de su segundo sin ningún motivo real.

Y que Gazelle hubiese atestiguado que deseaba ser socio de su padre le había ido en contra. Wyles aseguraba que el joven quería quitarle el puesto y por eso le estaba acusando falsamente (declaración que había aprovechado también para negarse a la propuesta del chico de registrar su despacho y su habitación en busca de pruebas).

Torch conocía a su rival desde hacía muchísimo tiempo y, aunque pudiese decir muchas cosas negativas de él, no le veía capaz de hacer algo tan pérfido. Gazelle siempre iba con la verdad de cara; si quería quitarle el puesto a Wyles lo hubiese dejado en claro desde el principio y, entonces, hubiera dado lo mejor para cumplir su objetivo.

— Gazelle no puede estar mintiendo en esto, no puedo creérmelo, pero... ¿Por qué a Wyles le interesaría hundir a padre cuando ya tiene un buen trato con él? ¿Por conseguir más dinero?

A medida que hablaba la fuerza de sus patadas fue a mayores paulatinamente.

En el último de sus chuts pegó mal a la pelota y esta, al rebotar contra uno de los palos de la portería, salió despedida hacia la entrada de la sala de entrenamiento.

Maldiciendo entre dientes fue a por ella... deteniéndose antes de tocarla siquiera con las puntas de los dedos.

Sentía algo raro en el ambiente, algo que no le terminaba de cuadrar. Su piel se había puesto de gallina y el sueño había empezado a hacer mella en él de repente.

Y pronto entendió el porqué.

Hacía frío aún cuando debería ser imposible, ya que la base estaba acondicionada para mantener siempre una temperatura estable independientemente del tiempo que hubiese en el exterior.

¿Estarían Gazelle y su equipo entrenando supertécnicas? No, ni con esas el frío podría llegar hasta allí.

Llevado por la curiosidad, y sin pensar demasiado en ello, Torch se internó en los laberínticos pasillos en busca del origen del brusco cambio de temperatura.

A medida que iba avanzando se encontraba con que las cámaras de seguridad estaban totalmente congeladas, algunas incluso se habían caído de su sitio, rompiéndose en pedazos, porque el agarre había sido insuficiente para aguantar tanto peso.

Un presentimiento lo animó a caminar más rápido. Aunque no sabía qué dirección seguir era más probable que encontrase a quien quiera que hubiese hecho aquello si aceleraba el paso.

Llegó hasta el despacho de Wyles y pasó de largo, llegando a la encrucijada que podía conducirle directamente a la zona de dormitorios, pero el sonido de la puerta mecánica abriéndose justo cuando tomó el cruce le detuvo en seco.

Esperó unos segundos más antes de asomarse. Cuando lo hizo pudo ver a Gazelle saliendo del despacho, vestido sin el uniforme de su equipo y llevando una mochila grande y aparentemente llena de cosas a su espalda.

Querido amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora